No se oye una mosca durante la proyección, pese a que la sala está llena (es una reposición a 3 euros). Salgo ligeramente impactado. Hay escenas crudas y violentas. Hay mucha tensión. A mí la tensión sólo me gusta de forma moderada. Esta película me ha gustado también de forma moderada. La obra está muy bien llevada –el director recibió una palma de oro en Cannes-; la escenografía es notable, con predominio de escenas nocturnas; la interpretación es correcta; la música es buena. Incluso las escenas de persecuciones de coches son originales. Pero la película, pese a ese aire existencialista que se gasta, es un poco tópica y vacua. Uno ya está un poco cansado de esos mafiosos de medio pelo, pero muy crueles y despiadados, que pueblan Norteamérica si hacemos caso de lo que refleja su cine.
Un joven solitario y experto conductor conoce a una joven madre y se enamora. El padre del niño está en la cárcel. El joven solitario hace trabajos delictivos como chofer, fuera de su jornada laboral (es mecánico); trabaja también en el cine. Es un currante de campeonato. El joven sólo tiene un defecto: siempre lleva un palillo entre los dientes. Este es un detalle que para un existencialista queda algo vulgar, pero hay que tener en cuenta que no es francés ni ha leído a Sastre. Por lo demás se comporta como un caballero. Podríamos decir que es un Quijote a lomos de un Ford Mustang. Tiene oportunidad de demostrarlo cuando el novio de su amada sale de la cárcel y resulta ser un gafe ruinoso. Ella es más bien melancólica y se deja querer mientras él las pasa canutas. Agradable también la breve presencia de Christina Hendricks, mujer exuberante que sale, ay, muy mal parada.
Ficha técnica
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