Ya iba a desistir de escribir este apunte porque no conseguía averiguar el nombre de estas aves. Lo he
encontrado casualmente mientras miraba un álbum de Flirck. En
francés se denominan “sittelle” y trepadores azules en español.
Había salido de excursión a Sare.
Tras visitar el pueblo me dirigí hasta el bosque para comer algo.
Esperaba una comida solitaria en este paraje -no había nadie- cuando
empezaron a llegar estos tepadores azules que se quedaban
observándome encaramados en los troncos de los árboles vecinos.
Había comprado en Behobie un pan de
cereales exquisito. Empecé a compartirlo y al final tuve una comida
de lo más amena. El precio que puse fue que se dejaran retratar. Yo
ponía el pan encima de la mesa y ellos, desde un tronco, aterrizaban
primero en el suelo, a mis pies, y a continuación saltaban sobre la
mesa para llevarse lo suyo. El problema fue que lo hacían tan rápido
que no hubo forma de pillarlos.
Se llevaban el pan a su escondrijo y,
rápidamente, volvían a por más. Creo que hicieron provisión para
una temporada. Yo no salía de mi asombro. No imaginaba que en el
bosque hubiera seres tan sociables.
Aunque al menos en Francia estas aves
gozan de una protección total no deja de ser prodigioso que una
criatura tan pequeña y frágil sea tan inconsciente como para
acercarse a un ser humano.
Pasé un rato inolvidable. A mi espalda corría este arroyo.
Fotos JLS.