Esta mañana la orilla del mar parecía
como si respirara. Emitía vahos de un metro de altura. Parecía una sauna de vapor modelo turco. Sólo
recuerdo haber visto algo parecido en una ocasión. A esas horas
tempranas, medio dormido aún, me ha costado un rato averiguar la
causa.
La causa eran los cero grados que
marcaba el termómetro. Las gotas de agua salpicadas por las olas se
condensaban en el aire. El efecto era sugerente y misterioso. Las
gaviotas se escondían entre esta neblina.
Lástima que no llevaba la cámara. Por
la tarde la he sacado un rato. Los árboles tienen ahora aspecto
leñoso.