sábado, 5 de enero de 2013

Amanece en la Puerta del Sol

Salgo a la calle aún de noche. Llovizna. En la Gran Vía la gente echa manos ansiosas sobre un montón de periódicos gratuitos. Algunos improvisan gorros con ellos. La última lumi se acomoda en una esquina y enciende un cigarrillo. Este es un negocio de veinticuatro horas y siete sobre siete.



La gente camina apresurada y ensimismada hacia las oficinas. Bajo hacia la Puerta del Sol. Las bocas de metro expulsan gente en todas direcciones. Varias gitanas harapientas mendigan. Un operario de limpieza esparce chorros de agua sobre la calzada. Una máquina limpiadora avanza y retrocede amenazante.




La iluminación navideña pierde potencia a medida que el cielo cambia de negro a gris. Paso por la plaza de Cervantes, el hotel Palace y me detengo a tomar un café en el Vip. Hasta las 10 no abren el Prado. Dedico la mañana a Martín Rico y al joven Van Dick. Por la tarde ya no me cabe más pintura en el cuerpo, ni siquiera para el espléndido caballero velazqueño.




2 comentarios:

  1. El centro se ha vuelto cada vez más y más duro. Todo es pavimento de granito y pivotes de fundición. Salvo en algunos pocos lugares, no quedan fuentes, ni parterres, ni árboles de verdad.

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  2. Es cierto, pero el paisaje humano es impresionante.
    Saludos.

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