Por otra
parte, es obvio para cualquier observador medianamente imparcial que el rey de
España está quemado y amortizado, que su imagen está muy deteriorada (comisiones,
amantes enredadoras, cacerías impresentables, negocios turbios, caso
Urdangarín, problemas de salud). ¿A qué viene pues tanto escándalo por parte de
los dirigentes del PSOE? Si la monarquía tiene hoy algún sentido parece obvio
que al príncipe Felipe de Borbón le ha llegado el momento de tomar el relevo.
¿Qué hay detrás de esta reticencia de los socialistas a la abdicación real?
Para mí está
bastante claro: el Rey encarna el sistema político instaurado por la
Transición, un sistema que ha dado claros síntomas de estar más que agotado
pero al que se aferran los partidos tradicionales, con el PSOE a la cabeza,
para mantener los privilegios de que han gozado hasta la fecha. Al PSOE –y al
PP, no nos engañemos-, les interesa mantener este tinglado absoleto por una razón
bien simple: les ha ido muy bien durante estos treinta años y se resisten a los
cambios como gato panza arriba.
El rey Juan
Carlos es el garante de que todo seguirá igual, con algún retoque para
disimular y hacer que se hace algo. Un juego peligroso, tanto para el país, que
está harto, como para la propia monarquía.
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