Han pasado
24 años desde que se estrenó esta película y otros tantos desde que la vi por
primera vez. Entonces me gustó. Ahora acabo de verla por televisión y me ha
parecido anodina, simplona y recargada de moralina.
Vemos las
películas una sola vez, dejamos que nos impregnen, nos confeccionamos una
opinión y con eso vamos tirando, convencidos de la solidez de nuestro criterio.
Pasan años, décadas, la casualidad nos sitúa de nuevo frente a esa película y
descubrimos que nuestra solidez intelectual y crítica deja mucho que desear,
que somos unos ingenuos, que nos lo tragamos todo con gran entusiasmo, que
estamos a merced de medios seductores, manipuladores y engañosos.
Un triángulo
amoroso se viene abajo cuando aparece un nuevo elemento que cambia la figura.
Un triángulo en el que, como de costumbre, hay un elemento engañado y dos
engañadores. El engañado, naturalmente, es una víctima. En este caso la víctima
(seductora Andy McDowlell) parece que ha colaborado, con su pasividad, con su
apocamiento, a serlo. Cuando aparece en escena el cuarto, un joven
desarraigado, muy víctima también, un poco rarito, dice que impotente, la primera
víctima se siente fascinada/enamorada.
El rarito se
entretiene grabando en video conversaciones con mujeres en la que estas relatan
sus experiencias sexuales. Así que el rarito es una especie de terapeuta que
perturba mucho a las dos mujeres, en especial a la víctima. Todo esto resulta
un poco previsible, aunque es preciso reconocer que los diálogos –esta es una
película de diálogos, como los de Rhomer pero menos profundos- están bien
llevados.
El marido de
la víctima es el malvado, el mentiroso, el compulsivo, el trepa, el perverso. Sin
embargo su mujer, la víctima, parece más fría que un témpano. Este pobre
malvado está colado por su cuñada, una camarera que hace de su capa un sayo y
que lo lleva y lo trae a su antojo. Al final la camarera queda como una señora
liberada que engañaba a su hermana pero bueno, en el fondo es buena.
Todo esto es
un poco disparatado. He leído que el director tenía 27 años cuando rodó esta
película, que lo hizo en poco tiempo y con poco dinero y que su triunfo –tiene
una palma de oro en Cannes- fue inesperado.
Yo creo que
esta película está sobrevalorada o quizá los que estábamos sobrevalorados
fuimos los que aplaudimos tanto esta cinta, nos lo creímos todo y nos pareció estupenda
en su momento. En fin, nunca es tarde para aprender.
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