Las imágenes
del atentado terrorista de Boston han dado la vuelta al mundo en cuestión de
minutos. He visto la escena de la explosión unas ciento
cincuenta veces en una noche. Todos los días, en diferentes lugares del
planeta, hay atentados terroristas mucho más cruentos que este y que no
merecen, en el mejor de los casos, más que unas líneas en la esquina de los
periódicos.
Ahora toca el aluvión de palabras, la retórica, el debate. Las
víctimas serán poco a poco olvidadas. En todos los rincones del Imperio nos
sentiremos obligados a escuchar a nuestros charlatanes pontificar sobre este
atentado, sobre sus causas, sus consecuencias, las medidas de seguridad que nos
harán tragar a todos. Muchas veces parece que el terrorismo no hace sino reforzar
el sistema que, supuestamente, quiere combatir.
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