jueves, 13 de junio de 2013

Thomas Bernhard, los premios, el dinero

"Sólo el mar me ha salvado siempre."

La relación de Thomas Bernhard con los abundantes y bien nutridos premios que recibió a lo largo de su carrera literaria tiene que ver con su relación con el dinero. No tiene empacho en reconocer que acepta los premios y las distinciones por el dinero que le reportan.

Tras la escritura de Helada Bernhard considera que ha fracasado en la literatura y se busca un empleo como conductor de camiones. Se dedica a ello, con entusiasmo, según dice, durante medio año. Sin embargo, su novela resulta un éxito y decide dedicarse a la literatura, en su faceta de novelista y de dramaturgo, principalmente.

Con el dinero que recibe por uno de sus premios paga el adelanto de una enorme y arruinada casa en el campo. Hasta la fecha ha vivido con “su tía”, una mujer casi cuarenta años mayor que él que le ha acogido y financiado. Está obsesionado con tener “sus propias paredes” en las que recluirse, pero no le vale un apartamento urbano al uso sino que, en contra de su propio desprecio por la vida rural, que le horripila, se compra una destartalada casa en el campo.

Cuando recibe otro de esos premios que tanto desprecia corre a un concesionario a comprarse un coche de lujo, un Triumph Herald inglés, “blanco, con asientos de cuero rojo y un salpicadero de madera”. Feliz como un niño con su nuevo coche se va de vacaciones con su tía, termina Amras y, en plena euforia, otro coche se le echa encima y le destroza el Triumph. Tiene suerte: sale ileso y, además, el seguro, en contra de lo habitual en Yugoslavia, donde había ocurrido el accidente, le paga un coche nuevo. Naturalmente, se compra otro Herald .

En cuestiones de dinero Bernhard se muestra implacable. Es un negociador intransigente y despiadado. En muchas ocasiones se comporta como un genuino tahúr. Esto queda patente en la correspondencia que mantuvo con su principal editor, Siegfried Unseld, el más importante en lengua alemana, un hombre que muestra una admiración hacia Bernhard , una paciencia y una comprensión a prueba de bombas. Las cartas, publicada en español, revelan a un Bernhard duro e intransigente que se muestra dispuesto a lo que haga falta –incluidos chantajes variopintos- con tal de conseguir sus objetivos monetarios.


Imagino que en la actitud del escritor con el dinero hubo dos factores determinantes. El primero fue el hecho de que su familia era pobre y que durante la primera parte de su vida tuvo problemas económicos; el segundo, no menos importante, fue su continua proximidad con la muerte debido a las enfermedades que sufrió. Vivió 58 años y siempre fue consciente de que su vida no iba a ser demasiado larga.

Mis premios se compone de nueve breves relatos autobiográficos bien dotados de humor, sarcasmo y cinismo. Hay además tres, así llamados, discursos de agradecimiento, meros apuntes en los que apunta sobre la muerte de Europa como civilización(estamos en los sesenta), el desamparo de la humanidad, el fin de la historia y otros barruntos a los que era tan aficionado. Concluye la obra con su escrito de renuncia a la Academia de la Lengua y Poesía no sin antes mostrar su absoluta incompatibilidad y desprecio por el director de ésta.


Es curioso que el último libro que dejó preparado Bernhard sea esta suerte de justificación sobre las razones que le llevaron a aceptar unos premios que procedían en su mayor parte de instituciones y empresas a las que despreciaba. Por alguna razón sintió la necesidad de hacerlo.