En dos entradas
de su libro Notas dispersas Josep Pla
nos informa sobre algunas de sus fobias. Helas aquí:
“Cosas que me dejan
perplejo: los literatos descontentos; los maridos heroicos; las señoras
mártires; los que se consideran obligados a hacerse el vivo; los que van de
inteligentes (igual que los que van de humildes); el sol (a la hora de
trabajar); el viento; el nihil novum sub
sole; los elogios, sea cual sea su intensidad (el catalán es sensible a los
elogios, es quizás su peor defecto); la astucia profesional; tener deudas (no
he tenido nunca, lo que demuestra que soy un burgués); el Conferentia Club de Barcelona;
los técnicos misteriosos; los crepúsculos tristes; las vías del tren; haberse
quedado sin dientes; la decadencia de las arterias, etc.”
Más adelante añade:
“Cosas que me dan
horror: los libros de lujo, el tuteo, la poligamia ejercida simultáneamente,
los paisajes sin árboles, los vinos espumosos (incluido el champán francés),
los poetas de los Juegos Florales, el patriotismo local, la franqueza, los
japoneses, los curas bien vestidos, los pederastas artísticos (en cambio,
siento gran admiración por los pederastas modestos), las señoritas inexpertas,
la virtud, los sargentos, los hombres llorones, el sentimentalismo, los
mauristas, los cornudos dialécticos e iracundos, etc.”