El torero Juan Belmonte en su biblioteca
“He
creído siempre que el torero para entusiasmar de veras al público, tiene que
empezar por estar él verdaderamente entusiasmado con su arte. No hay manera de
transmitir emoción al espectador si uno mismo no la siente.”
“Y esa
emoción que le hace a uno acercarse al toro con un nudo en la garganta tiene, a
mi juicio, un origen y una condición tan inaprensible como los del amor. Es
más: he llegado a establecer una serie de identidades tan absolutas entre el
amor y el arte, que si yo fuera un ensayista en vez de ser un torero, me
atrevería a esbozar una teoría sexual del arte, por lo menos del arte de
torear. Se torea y se entusiasma a los públicos del mismo modo que se ama y se
enamora, por virtud de una secreta fuente de energía espiritual que, a mi
entender tiene allá, en lo hondo del ser, el mismo origen. Cuando este oculto
veneno está seco, es inútil esforzarse. La voluntad no puede nada. No se
enamora uno a voluntad ni a voluntad torea.”
“Juan
Belmonte, matador de toros”, Manuel Chaves Nogales.
Juan Belmonte toreando al natural