La costa guipuzcoana, Pasajes, vista desde la cima del Bunaniarri
Un rato después continúo por un camino ancho que se interna en el hayedo de Oileku y que se corresponde con el trazado del antiguo ferrocarril minero de Artikutza. El suelo, de granito, tiene un pisar duro pero llevadero, salvo en algunos tramos bajos donde la horasca oculta barrizales que obligan a maniobras complicadas no siempre exitosas: alguna vez hundo mi calzado hasta el tobillo. Gajes del deambuleo montaraz.
Un haya desmochada
Reina el silencio en este bosque de hayas desmochadas, los troncos cortados a dos metros del suelo con la finalidad de que rebroten y se ramifique, adquieren una curiosa forma de candelabros.
En esta época del año, cuando se atraviesan los bosques, el silencio es tal que uno se pregunta si no hay criaturas vivas alrededor. Sólo muy de vez en cuando se escucha a los petirrojos. ¿Siempre habrá sido así el silencio en los bosques o será cosa de los últimos tiempos cuando los humanos ya parecen haber acabado con cualquier indicio de vida natural? ¿Se protegen los animales enmudeciendo?
El abrevadero
Me he informado sobre las hayas trasmochas y he encontrado esta web donde se ofrecen interesantes y curiosas informaciones al respecto. La poda radical de las hayas se practicó hasta mediado el siglo XX con fines de explotación forestal. En Guipúzcoa se calcula la existencia de unos 150.000 ejemplares trasmochados.
En la actualidad se ha retomado esta práctica pero con fines conservacionistas. Resulta extraño, porque una poda tan fiera no parece deseable, pero tiene la siguiente explicación. La madera de estos árboles constituye el hábitat de insectos que a su vez alimentan aves. Y la continuación de esta cadena contribuye a la biodiversidad.
Tantos arroyos como este en el parque de Peñas de Aya y en la montaña vasca
Además, se estima en un 1% anual la pérdida de ejemplares debido al viento, a la nieve y al desgaste natural. Para reponer se practican podas selectivas en ejemplares jóvenes.
El ascenso de los ultimos kilómetros se me hace duro. Pese a ello me empeño en completarlo, lo que me lleva hasta la cima del Bunaniarri donde pacen algunos caballos. En el descenso hasta el aparcamiento, que es muy brusco, veo un esqueleto creo que de un caballo. Un buitre, el único que veo, sobrevuela en círculos.
La silueta de Peñas de Aya desde un recodo del camino
Como
alternativa a esta última cumbre sugiero, al llegar a la carretera, abandonar
la ascensión y bajar por el asfalto, cosa de 1,5 o 2 kilómetros.
Preciosa ruta donde el paisaje vasco y sus hayedos. Según vas contando nos vas haciendo que entremos en el monte haciendo el recorrido a tu vera. Un saludo
ResponderEliminarAhora te doy las gracias desde aqui en tu blog por que no se que me ha pasado que Google me ha penalizado y yo no se por qué, No me deja ni, contestar comentarios en mi blog, ni compartir mis escritos durante 15 dias, ya les escribí para impugnar la penalización a ver si me contestan y me la quitan o me dan explicaciones de lo que ha pasado, No entiendo nada.
EliminarP.D. mi contestación a tu entrada en mi blog: Pasa por mi casa te he nominado en este nominado a un premio es gratificante que te premien. ¡Felicidades! Un abrazo