viernes, 3 de abril de 2009

La muerte de Roland Barthes

La demanda de amor. Roland en brazos de su madre. (Foto: Ed. Seuil)

Ignoraba que Roland Barthes está enterrado aquí al lado, en Urt, una veintena de kilómetros al este de Bayona. Me entero gracias a la biografía del escritor francés escrita por Louis-Jean Calvet, que acabo de leer estos días.

Barthes murió el 26 de marzo de 1980, varias semanas después de ser atropellado por una furgoneta en una calle de París. Aquel día fatídico, había acudido a un almuerzo con François Miterrand cuando éste aún no había logrado la presidencia de la República.

El promotor del encuentro fue Jacques Lang, luego ministro de Cultura con aquél. Según su biógrafo, Roland no tenía demasiadas ganas de participar en la comida pero, finalmente, acudió. Unos años antes había participado en un encuentro similar con Giscard d´Estaigne, por el que fue muy criticado.

Salvo en los años de juventud, RB no era demasiado entusiasta de la política ni de los políticos, pero también era un hombre que tenía dificultades para decir no.

En el momento de su atropello tenía 65 años. Durante los primeros días en el hospital parecía recuperarse. Sin embargo, según cuenta el biógrafo Calvet, la situación cambió, debido tal vez a que RB perdió las ganas de vivir y dejó de luchar.

Tal vez nunca consiguió superar la muerte de su madre, Henriette, fallecida el año anterior. Tal vez se había hecho demasiado viejo para seguir interesando a los muchachos con los que se relacionaba. Tal vez su situación en el hospital le recordaba demasiado los angustiosos años de su juventud que pasó recluido en hospitales debido a su tuberculosis. Tal vez estaba cansado de los “pesados” que le reclamaban una y otra vez. Quién sabe.

La ceremonia del entierro fue breve, íntima y discreta. No podía ser de otra forma tratándose de él.

Unos días más tarde, el 15 de abril, murió Jean Paul Sartre. Una multitud participó en su inhumación.

Uno de estos días, mientras espero que se traduzcan sus notas sobre el viaje a China y su diario de duelo tras la muerte de Henriette, me acercaré hasta Urt. Visitaré el cementerio e intentaré asomarme a su casa de vacaciones.

Cuando le preguntaron la razón por la que en su libro sobre sí mismo no incluía fotos que fueran más allá de su adolescencia, Barthes dijo: “Mi cuerpo ya no está en la imagen, en la fotografía, está en mi escritura. El escritor sólo existe en su obra.”

RB, la alegría del lector