Fachada sur de la iglesia de Pineda de la Sierra
Sábado santo. Tomo un café en una soleada y tranquila terraza de Pradoluengo. Estoy cansado de la caminata mañanera y me quedo un rato adormecido bajo el sol. El plan de hoy incluye una visita a la localidad de Pineda de la Sierra, distante 20 kilómetros, para visitar su iglesia románica. Pero me entra una pereza espantosa y la tentación de regresar al campamento base en Burgos, tumbarme en el sofá y leer los últimos diarios de Paniker, es tremenda.
Sin embargo, mientras me dirijo al coche, animado por la tarde tan deliciosa que asoma en el cielo, me armo de valor y enfilo la sinuosa y estrecha carretera que me conducirá hasta Pineda.
El puente que divide en dos a la localida. La sierra al fondo.
Hay dos embalses, uno detrás de otro, en esta zona, ambos abastecidos por las aguas del río Arlanzón. El más grande es el de Urquiza y el otro, al que ahora me aproximo, se llama como el río. En esta tarde festiva hay muchos coches aparcados junto al dique de contención del embalse y gente paseando por el lugar contemplando las aguas remansadas. En el de Urquiza, a la vuelta, también veré mucha gente paseando en familias y haciéndose fotos. Se ve que al agua ejerce una gran fascinación en todos nosotros.
En Pineda hay muchos coches debido a la festividad. Aparco como puedo y me pongo a deambular. Qué lugar tan bello. Las casas de piedra tienen un color rojizo que me recuerda a las del valle del Baztán. Algunas de ellas son de grandes dimensiones. Fueron construidas entre los siglos XVII y XVIII por ganaderos ricos. La ganadería ha siso muy importante en este lugar. A la derecha aparecen las cumbres nevadas de la Sierra de la Demanda.
La fachada norte
Camino por la misma carretera hasta alcanzar un puente, bajo el que corre el arroyo Barrancomalo, que separa a los dos núcleos urbanos de Pineda. No voy más allá y retorno por una cuesta para llagar hasta la iglesia.
Es una preciosidad, como imaginaba por las fotos, aunque no puedo ver más que el exterior y en las fotos salen coches, porque si no pones alguna barrera que lo impida los coches aparcan en cualquier lado sin que les imponga respecto alguno este venerable edificio románico que empezó a levantarse hacia mediados del XII.
Detalle de la galería porticada
Interior de la galería
Una casa de 1709, según consta en la fachada
Doy un par de vueltas al edificio y luego me asomo a un ventanuco lateral desde el que hay un contraluz sobre los armoniosos arcos de la galería. Esta se sustenta sobre un entramado de madera. Al menos una pareja de golondrinas se han instalado aquí. Entran y salen veloces. Ellas no tienen problemas con los candados.
El embalse de Urquiza