miércoles, 10 de agosto de 2016

Las hoces del Alto Ebro y Orbaneja del Castillo



El cauce de agua que la atraviesa y las casas de piedra hacen de Orbaneja uno de los pueblos más bellos del norte peninsular

La mañana ha salido nubosa, hace fresco y apenas hay tráfico en la carretera que asciende desde Burgos hasta el páramo de Mesa. Hay que llegar hasta la desviación que, a mano izquierda, conduce a Escalada. Unos kilómetros más allá aparece Orbaneja del Castillo.

Una joven se está dando un baño en la pequeña piscina natural de agua azul que forma la cascada al otro lado de la carretera. Un grupo de jóvenes la contempla desde arriba. Yo continúo unos metros hasta el parking a pie de carretera.

Dejo la visita para la vuelta y desciendo hasta el puente que atraviesa el Ebro. El río baja con fuerza. Mi ruta remonta las aguas por un sendero de tierra que atraviesa un bosque de galería. El suelo es blando y arenoso. El camino está balizado como parte de la Senda del Ebro. Constituye una de sus etapas. Por la izquierda, río abajo, conduce hasta Escalada, pero yo sigo a la derecha, hacia Villaescusa.



Hayas majestuosas acompañan el camino junto al Ebro

Aunque el camino está en buenas condiciones el bosque es cerrado y toda la ruta se hace bajo un techo vegetal lo que, sumado a la brisa que levanta el río a su paso, lo convierte en un paseo especialmente indicado para los calores veraniegos.

El rumor del agua, que se agudiza en algunos pequeños saltos, acompaña al caminante. Abundan los robles, álamos, alisos, e incluso se pasa por una plantación de pinares, pero el árbol que preside este lugar, mucho más por su gran porte que por su abundancia, es el haya. Hay varios ejemplares a lo largo del camino con unas formas y un porte majestuosos.

De vez en cuando se abre algún claro y se pueden contemplar las altas murallas de roca horadada que forman el cañón por el que camino. Son de color gris y ocre, salpicadas con el verde de la vegetación que en ellas ha arraigado. Algún buitre se deja ver, se escucha el canto de los pájaros en la fronda. Aparecen fragmentos de viejos muros de piedra, hoy en ruinas, que delimitaban antiguas propiedades o cultivos ya invadidos por la maleza.

Aunque el camino es prácticamente llano, el Ebro baja con fuerza. Sus aguas presentan un color pardo con leves coloraciones verdosas. Sólo en algunos puntos se ven ramas traídas por alguna crecida.

 Elevados murallones rodean la localidad burgalesa de Orbaneja

Al cabo de cinco o seis kilómetros se llega a un paraje denominado el Tobazo, donde se abre un descampado y unas pequeñas sendas que, cuesta arriba, conducen hasta unas cuevas que, al parecer, fueron usadas en otros tiempos como eremitorios. Un poco más arriba, según la ruta que vengo siguiendo, hay una cascada.

Pese a la abundancia de la argoma consigo llegar hasta el eremitorio. Las cuevas, de difícil acceso, son bastante inhóspitas. El sonido del agua que se desliza ladera abajo lo escucho perfectamente, pero no consigo dar con la senda correcta y doy media vuelta.

Desando el camino a favor de la corriente y en hora y media atravieso de nuevo el puente.
Junto a la cascada arrancan las escaleras que conducen a Orbaneja, que es uno de los pueblos más bellos que conozco, con casas de piedra, calles escalonadas y rodeado de un gran circo de murallones calizos esculpidos.


La tienda de artesanía La hoja

En la denominada Cueva del Agua, que puede visitarse en sus cien primeros metros, nace el arroyo que unos metros más adelante formará la bella cascada que tanto embellece esta localidad. Merece la pena adentrarse en sus entrañas y contemplar la fuerza con la que brota el agua.

Según los cronistas en Orbaneja convivieron cristianos, moros y judíos. Algunos topónimos de calles lo recuerdan. Una de las panorámicas más espectaculares de la población y su entorno se puede contemplar subiendo la calle de la Cuesta y, unos metros después de la tienda de artesanía (que bien merece una visita), girando a mano izquierda. En este punto nos situamos encima de la Cueva del Agua.

Desde Orbaneja, retrocediendo en la carretera, se pueden visitar otras dos localidades notables: Escalada y Pesquera de Ebro. El paisaje que se contempla desde la estrecha carretera que asciende y luego desciende hasta Pesquera es de una belleza inolvidable, con las hoces del Ebro serpenteando a nuestros pies delimitadas por los murallones pétreos.