lunes, 15 de agosto de 2016

Monasterio de Rodilla alberga un castro autrigón, un castillo, un bello paisaje de navas y una ermita encantadora

Ermita de Nuestra Señora del Valle, románica del XII, la joya de esta comarca 

Muy agradable y fácil paseo en torno a la localidad de Monasterio de Rodilla, junto a la nacional 1, a escasos kilómetros de Burgos y al pie del puerto de La Brújula.

Monasterio de Rodilla tiene una población algo superior a los 200 habitantes. Está atravesada por un arroyo. Algunas de sus casas son de piedra caliza y entramados de madera. La iglesia, con espadaña barroca, está dedicada a Santa María Magdalena. El nombre procede de la anterior existencia en este lugar y durante la Edad Media de un cenobio. 


 Restos del Castillo, sobre un roquedo, que domina el valle

La ruta comienza en ascenso hacia la sierra donde hay un parque eólico de aerogeneradores. A medida que asciendo observo el monumental atasco que se ha formado en la nacional 1 a cuenta de unos trabajos de acondicionamiento, en una vía de por sí congestionada y que constriñe a la localidad sin consideración alguna. Hay una autopista alternativa, pero es de pago.

En estas alturas, desde la que se contemplan excelentes panorámicas de La Bureba, se ha excavado un yacimiento autrigón, un pueblo prerromano de probable origen celta. Este yacimiento, según leo en Wikipedia, ha sido parcialmente devorado por la instalación de los aerogeneradores, algunos instalados sobre estructuras de dos mil años.

Mientras paso por debajo de una de estas hélices gigantescas, que emite un inquietante zumbido, se me ocurre pensar en lo que haría Don Quijote si se las tuviera que ver con una de estas moles inexpugnables. Supongo que no duraría vivo ni cinco minutos. 


 El barrio de Santa Marina, con su iglesia, a la izquierda, y la ermita entre la vegetación

Una mañana soleada, sentado en una roca, dejando que la mirada se pasee por el paisaje, sin prisa alguna, con una brisa potente que alivia el rigor del sol, se ve la vida de otra manera. Con modestia, pues uno es una insignificancia ante la magnitud de lo que le rodea, pero con intensidad, la misma intensidad que pone la abeja que liba la flor que tengo al lado.

Cuando me canso de descansar continúo el andar. Aparece el castillo, en lo alto de una roca que se abre al precipicio. Apenas quedan en pie las ruinas de la torre del homenaje y un fragmento de lienzo. Se tienen noticias de esta fortaleza desde el siglo XI. Ha pasado por muchas manos nobles este castillo. Durante el siglo XVI fue prisión.

El camino llanea por la cumbre. La vegetación es escasa. Más adelante se atraviesa un encinar. Esta variedad hace la ruta muy amena. Parece que la vegetación amortigua un poco el calor que ya empieza a apretar. En el bosque se escuchan algunas aves y se ven restos de antiguas tenadas.

Cuando termina aparezco en una pista que transita por un bello paisaje que se denomina la Nava. Las navas son zonas llanas que, en época de lluvias, se transforman en humedales.

Forman un bello contraste entre amplios y dorados campos de cereal, que en esta época está a punto para la cosecha, y suaves lomas verdosas de encinas y quejidos. Las espigas se mecen con el aire.

Paisaje austero y aparamado de la sierra 

Por una tranquila carretera franqueada por estos campos camino un par de kilómetros antes de volver a remontar la sierra (algo que puede evitarse continuando un poco más por la carretera), para llegar hasta la muy bella ermita de Nuestra Señora del Valle, una de las ermitas burgalesas con mayor encanto. Es muy probable que la ermita formara parte del monasterio que da nombre al pueblo.

El parque está rodeado de grandes castaños de Indias. Dispone de una fuente y de mesas de piedra. Pero, no cabe duda de que la ermita, levantada en estilo románico en el siglo XII, es la protagonista del espacio.

No la he visto por dentro, pero su exterior enamora. Está considerada como uno de los mejores ejemplos de basílica románica en España. Es, por tanto, de buen porte. Su diseño recoge influencias orientales y visigóticas.

La torre, cuadrada y de dos cuerpos nace del cuerpo central. La puerta, de triple arco, se adorna con capiteles de animales y dos cabezas faunescas. Por las alturas pueden verse esculturas típicas del románico.

La ermita, por descontado, tiene acceso por carretera. Está integrada en el barrio de Santa Marina.

Campos de cereal y suaves lomas de encinas

En este estupendo video puede verse tanto el exterior como el interior del edificio, además las esculturas con mucho detalle.

Y en este otro, del mismo autor, Miguel Angel Zález, pueden verse, los restos del que fuera castro autrigón, además de otros detalles de la comarca.

Cuando termino mi almuerzo, después de dar dos o tres vueltas al perímetro del templo, tomo el camino que arranca por detrás del mismo y en un cómodo paseo de un kilómetro y medio, retorno a Monasterio. En esta vuelta puedo seguir con la vista el camino que he realizado.