miércoles, 9 de noviembre de 2016

De Silos al parque de La Yecla por el Camino del Cid


La iglesia de Peñacova

Si ayer vi un zorro correteando por una chopera hoy he visto a otro atropellado en la calzada, según me acerco a Santo Domingo de Silos. La vida y la muerte. Todo bien entreverado.

La mañana de otoño ha salido soleada. A medida que transcurre asciende el termómetro.  Entretanto, me dirijo hacia la ermita del Buen Camino. A su lado hay una imagen de la Virgen. Desde aquí la vista sobre Santo Domingo de Silos, con la vegetación pintada de calidez otoñal, es muy hermosa.




La ruta discurre por un tramo del Camino del Cid, el comprendido entre Silos y Peñacoba. Dice el Cantar que la mesnada del Cid escuchó misa en Silos y luego se puso a cabalgar. En estos primeros repechos no debieron cabalgar demasiado porque la pendiente es fuerte.

Panorámica de Santo Domingo de Silos, con el monasterio a la izquierda


La ermita del Buen Camino

Esta es la parte más bella de la ruta. Un paisaje montañoso de piedra gris, salpicado de sabinas y enmarcado en el azul del cielo. Tiene una belleza de gran sobriedad.


El Moreco del Santo

Paso por un lugar al que denominan el Moreco del Santo. Resulta ser una acumulación de piedras en forma de círculo, con unos 3 metros de altura y 10 de diámetro. Las piedras, tras ser besadas, han sido depositadas por los peregrinos en homenaje a Santo Domindo, fraile milagrero, cuando sus restos mortales fueron devueltos a su monasterio.

Ocurrió cuando la Francesada. Ante la llegada de la soldadesca napoleónica los monjes pusieron a buen recaudo, en la localidad de Moncalvillo, la urna de plata que contenía los restos del santo. Cuando regresaron a su lugar de origen en solemne cortejo por estas montañas empezó la tradición de las piedras.

Piedra gris y sabinas o enebros

Yo sigo el camino disfrutando del paisaje que, cada vez, es más bello. Por momentos se estrecha sin que en ningún momento llegue a desaparecer. Cuando llego a la base de unas peñas aparece un riachuelo muy desabastecido de agua y, poco más allá, el panorama se ensancha.

Cuando salgo a campo abierto aprovecho para sentarme en unas piedras y descansar. A lo lejos diviso la localidad de Peñacova, que da nombre a todo el entorno, o puede que sea al revés.


El pórtico de la iglesia de Peñacoba


En lo alto de Peñavoca está la iglesia de Santa María del Cerro, que es ecléctica de estilo pero que tiene mucho encanto, con su pequeña torre cuadrada y sus formas armoniosas y cubistas.
Junto a la iglesia está el cementerio en cuya entrada, a izquierda y derecha, hay sendas inscripciones que son un clásico de la literatura religiosa popular. En una dice: “Como te ves yo me vi. Como me ves te verás. Piensa un poco y no pecarás.” A la derecha: “Pronto dirán de vosotros lo que decías de nosotros. ¡Ha muerto!

El desfiladero de La Yecla

Lo que sigue es una larga carretera, afortunadamente con escaso tráfico, que atraviesa un paisaje de pinares y campos. Se hace un poco aburrida pero, al menos, se anda cuesta abajo.
Así hasta el paraje que constituye el parque de La Yecla, donde está el famoso desfiladero. Los buitres se desplazan de lo alto de una peña a la otra como si cruzaran la calle. Dicen que hay unas cien parejas, además de otras rapaces.
El desfiladero puede recorrerse por su parte inferior gracias a una serie de puentes y pasarelas de cemento que lo atraviesan a lo largo de unos 600 metros. Es oscuro, por la estrechez del paso y la altura de las peñas. El arroyo, que a lo largo de millones de años ha conseguido excavar esta garganta, forma pozas y cascadas.




La vuelta a Silos discurre por un camino que corre en paralelo al río Mataviejas.

Ni qué decir que el monasterio de Silos bien merece una visita, siquiera por su claustro románico, que consiguió salvarse de la restauración que sufrieron el resto de las dependencias.

La ruta en Wikiloc