lunes, 7 de noviembre de 2016

Una torre renacentista, otra mudéjar y la finca prohibida de Torrepadierne


La tarde de mi paseo por el Campo de Muñó aprovecho para acercarme hasta la iglesia colegiata de Santa María del Campo, que tiene hechuras de catedral. Fue construida entre los siglos XIII y XVIII. En su fábrica impresiona la torre, de tres cuerpos, obra del burgalés Diego de Siloé, arquitecto y escultor, uno de los primeros artistas del Renacimiento español. Fue completada por el también escultor Juan de Salas.

El edificio alberga también unas tablas de Pedro Berriguete, un púlpito gótico mudéjar y la sillería del coro.

En Santa María del Campo hay una Casa del Cordón, de la que apenas quedan trazos de la fachada. En ella se alojó la desdichada reina Juana I, durante su deambular durante varios meses por Castilla, acompañando el féretro de su marido Felipe el Hermoso. A Juana, hija de los Reyes Católicos, la casaron con el archiduque de Austria a los 16 años. El matrimonio se prolongó durante una década, hasta la muerte de él. Tuvieron seis hijos. El último póstumo.




Por estas fechas y en este trajín, Cisneros recibió el capelo cardenalicio. La ceremonia correspondiente hubo de trasladarse a la vecina Mahamud, por imperativo de la viuda Juana, que velaba el cadáver de su marido en la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora y no tenía el cuerpo para festividades.

Una placa en los jardines, junto al templo, recuerda a esta mujer, poco dada al parecer a las prácticas religiosas, que pasó encerrada buena parte de sus 76 años de vida, primero por su padre, Fernando el Católico, y luego por su hijo, el emperador Carlos.



Ya de vuelta, casi por casualidad, aparezco en Arcos de la Llana, muy próxima a Burgos. Esta es otra de las localidades burgalesas muy relacionadas con el periplo de Juana de Castilla y el cortejo fúnebre de su marido. Aquí es sorprendente la torre mudéjar de la iglesia, tanto por su belleza como por ser un estilo de muy escasa presencia en Castilla.



Esta de la imagen es la finca de Torrepadierne, que también he intentado visitar. Fue señorío en la época feudal. Se trataba de una fortaleza, con todo tipo de elementos defensivos, que albergaba en su interior un palacio y una torre de homenaje. En el siglo XVI, por orden de la Chancillería de Valladolid, fueron derribados todos los elementos defensivos. Aún se conservan la iglesia y la torre. Pero no hay posibilidad de visitarla.

Después de media docena de kilómetros por una carretera infame me tuve que dar la vuelta por donde vine porque dos grandes carteles a ambos lados del acceso advertían: Finca de propiedad particular. Prohibido el paso.

La carretera bordea grandes extensiones de campos de cereal y recorre la falda de una pequeña sierra, pero con tanto bache es difícil recrearse en el paisaje. Conste aquí la advertencia porque hasta ahora yo no la he encontrado en ningún otro lugar consultado.