sábado, 24 de diciembre de 2016

Deambulando entre Biriatou e Ibardin


Después de caminar un par de horas, me he sentado en un hito del camino para almorzar. Las dos yeguas se han acercado a inspeccionar y se han ido, juntas, tranquilamente, camino adelante.

El Xoldokogaina está a un paso de Hendaya. Una vez en Biriatou puede elegirse entre un buen número de caminos, tanto para ascender sus 486 metros de altura, como para bordearlo o para llegar hasta las ventas de Ibardin.

La vegetación es pobre, se ve que ha sido sobreexplotada o, tal vez, destinada a unos pastos que conocieron tiempos mejores. Helechos y argoma ocupan casi todo el terreno. Pero los caminos son cómodos, las vistas sobre la costa espectaculares y no faltan añosos ejemplares de roble.


La silueta de las Peñas de Aya, preponderante en toda la comarca. El camino pedregoso viene empinado.

Con tiempo seco es un lugar excelente para caminar a cielo abierto y pasar unas horas agradables sin coches atufando y en la tranquila compañía de potros y yeguas que pastan por las laderas.

La línea divisoria entre los dos países sólo está trazada en los mapas. No faltan las megalitos.




























Viejo camino, árbol, piedra y cielo. El agua no anda lejos.


La gran loma herbosa del Xoldokogaina. Los frutos rojos exuberantes del acebo.


El lago de Ibardin, o el lago del Xoldokogaina, escoltado por viejo robles. Caminos y sendas lo ciñen, bordas alargadas para el ganado, caballos que pastan en las laderas.

El monte Calvario en Biriatou

En el parque de Abbadie con llovizna de verano

Tarde azul con luna