jueves, 16 de marzo de 2017

La bella ciudad fortificada de Frías


Acabo de darme una larga caminata y estoy cansado, pero no puedo irme sin dar un paseo por Frías. Al venir ya he podido hacer varias fotografías de su muy bello perfil: el castillo y la iglesia en lo alto del cerro, presidiendo tanto la ciudad como el paisaje alrededor. Frías, que tiene la categoría de ciudad, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar medieval española.

Las casas colgadas

Desde el parkin comienzo el ascenso por la calle principal. Dejo a la derecha el ramal por el que se accede a las “casas colgadas”, que veré más tarde, y continúo hasta la placita de la iglesia pasando por el edificio del Ayuntamiento. No hay duda de que estas calles y casas tienen un gran sabor castellano.

La iglesia de San Vicente que ocupa un extremo del cortado se levanta sobre restos de un templo románico que tuvo un carácter defensivo. La construcción posterior ha pasado por muchas vicisitudes y, en consecuencia, por muchos estilos. El edificio que contemplamos, con predominio de elementos barrocos, sufrió su última remodelación a principios del siglo pasado. La primitiva portada románica fue vendida al Museo de Claustros de Nueva York con el fin de financiar obras posteriores. El interior, que desconozco, puede verse en esta bonita colección de imágenes. Para la evolución arquitectónica del templo puede consultarse aquí.

La iglesia de San Vicente

En un paseo por la parte alta se alcanza el castillo, situado sobre una peña que domina el valle de Tobalina. Su origen se remonta a las primeras fortalezas del siglo X. El rey Alfonso VIII le concedió un gran valor estratégico. Alfonso VIII, de largo reinado (56 años), fue el gran promotor y protector de Frías, en una época plagada de conflictos con navarros, vizcaínos y almohades. Le concedió fueron propio en 1202.

El emblemático Pico Humión, el más elevado de los Montes Obarenes

El acceso a la fortaleza se realiza a través de una pequeña puerta en recodo que tiene por delante un puente levadizo que salva un foso. El patio de armas, en cuyo centro hay un aljibe, estuvo cubierto en su tiempo y albergaba la zona de vivienda y la de servicios. Un adarve o pasillo recorre las almenas hasta confluir en la torre del homenaje. Todo ello ha sido acondicionado para la visita turística. El edificio está dotado de saeteras y almenas. La torre del homenaje es independiente y constituye el último reducto defensivo: la roca viva forma parte de su base. La zona de vivienda conserva tres bellas ventanas, además de otros tantos capiteles con decoración de caballeros y figuras mitológicas.


Patio de armas del castillo

El sistema defensivo de Frías se completaba con una muralla, construida en 1201, que estaba dotada con tres puertas de acceso.

Al bajar me desvío para observar las casas colgadas, de toba (piedra volcánica porosa y ligera) y madera, adosadas para mejor aprovechar la escasez de terreno. Están excavadas en la parte inferior y se asoman al precipicio.

El puente fortificado sobre el Ebro de Frías

Dejo pendientes para otra ocasión el resto de las visitas que ofrece Frías, pero antes me aproximo con el vehículo hasta el vecino Ebro para ver, con el último sol de la tarde, el famoso puente.

El valle de Tobalina con el puente a la izquierda

Es de origen romano y sobre él pasa la calzada que comunicaba la Meseta con la costa Cantábrica. El objetivo del puente, además de salvar el río, era el cobro de pontazgos sobre mercancías y ganados. Tiene una longitud de 143 metros y lo sustentan nueve arcos. La torre almenada que lo preside es medieval.