sábado, 15 de abril de 2017

Miquel Navarro, escultor del orden y el caos

 Placón

Conocía muy superficialmente la obra del escultor valenciano Miquel Navarro, pero estos días he tenido la oportunidad de profundizar un poco en ella gracias a la exposición que se realiza en el Kursaal de San Sebastián.
   Cuando llego a la sala son las cinco de la tarde de un día casi veraniego, acaban de abrir y estoy solo. No es mal plan. En la primera sala a mano derecha suelen mostrarse las obras más antiguas y las de menores dimensiones. En esta ocasión, además de pequeñas esculturas hay también algunas pinturas y cuadernos de viaje. En el centro, hay una pequeña mesa sobre la que reposa una pieza denominada Sequía y que me fascina. La fotografía que le hice no le hace justicia, pero ofrece algunos indicios. Debo señalar, por cierto, que si mi memoria no me falla, es la primera vez que autorizan el hacer fotografías en esta sala, y espero que no sea la última. Parece que vamos progresando en el sentido de favorecer la libertad de los contribuyentes. A ver si cunde el ejemplo que buena falta nos hace.

 Sequía, una mesa

   Además de estas piezas individuales, que empiezan y acaban en si mismas, el grueso de la obra expuesta está formada por grandes composiciones (creo recordar que son cuatro), que se engloban bajo el título genérico de Ciudades y que, a su vez, constan de muchas pequeñas piezas. Cada una de estas grandes composiciones está formada por una o varias piezas que se desarrollan en vertical y otras muchas más pequeñas que se ordenan en horizontal, que suelen ser muy parecidas (tal vez idénticas). Estas pequeñas piezas que, en principio, serían las casas que integran la ciudad, admiten una segunda lectura (o tal vez primera) como individuos. Esta ambigüedad de los significados es una constante en la obra de Miquel Navarro y resulta muy enriquecedora.

Detalle de una ciudad

   Las primeras obras de este artista eran de barro, un material que en escultura resulta particularmente entrañable y que remite a un primitivismo, a una cultura primigenia que siempre nos alcanza pues, al fin y al cabo somos –aunque ya no seamos conscientes y menos en los pretenciosos tiempos que corren- la suma de lo que fuimos. Luego aparecen los metales –el aluminio, el zinc y el hierro-, cada uno de ellos con su correspondiente expresividad.


Detalle de una ciudad

   Además de las tres Ciudades hay una cuarta pieza, denominada Placón. Se trata de una gran escultura en aluminio macizo, de 3,5 metros de altura, en forma de cono muy puntiagudo, que está rodeado de cientos de conos pequeñitos.


   La cuestión aquí -además de admirar la factura de las piezas y su materialidad-, es la impresión que producen en el ánimo del espectador y aquí es donde la obra de Miquel Navarro me fascina.
   En primer lugar porque está abierta a muchos significados y, por tanto abierta a muchas emociones. En segundo lugar porque esas emociones son contradictorias. A medida que voy asimilando la obra descubro que oscilo entre la inquietud y la calma y no lo hago de una forma sucesiva, sino simultánea. Podría calificarlo como inquietud serena o serenidad inquieta.
   Hay un orden que tranquiliza pero, a la vez, hay demasiado orden y eso resulta sospechoso. Los elementos verticales son falocráticos y dominantes pero parecen convivir en armonía respetuosa y protectora con las unidades menores desparramadas de forma ordenada a sus pies. A su vez estas unidades menores suelen presentar huecos y vacíos que transmiten acogimiento pero también son unidades idénticas que sugieren masa, uniformidad, alienación, despersonalización. Y rematándolo todo, las sombras, con su doble significado de oscuridad y de refugio.




Cuando le he dado un primer vistazo a la muestra me introduzco en la salita donde se proyecta el video con la entrevista que la comisaria le hace al artista. Este es el video en cuestión. Lo que dice Miquel en él me parece muy esclarecedor, pero también me parece igual de esclarecedor la forma en que lo dice. Cuando termino de verlo vuelvo a las obras y las comprendo mucho mejor, lo que me produce una gran satisfacción. Hay una frase de Navarro que resume bien su trabajo: “El orden es el caos en calma”.


Detalle de una ciudad
 
   En cuanto pueda voy a volver. Me daré una vuelta, merodearé por la sala, estaré un rato en la compañía de estas obras. Se está bien.