jueves, 12 de octubre de 2017

Por los montes de Quintanilla Sobresierra en el páramo burgalés


 Vista desde el mirador del Nido del Buitre


Mañana de finales de julio, soleada, el calor aprieta. Me acerco hasta Quintanilla Sobresierra, en el páramo de Masa, un pueblo desde el que arrancan media docena de paseos señalizados, algunos ya realizados y comentados aquí. El que voy a seguir hoy es de unos 8 kilómetros y se llama Sendero del Monte.

Quintanilla está situada a 28 kilómetros al norte de Burgos. Forma parte de la denominada Merindad del Río Ubierna, un grupo de poblaciones bañadas por el Ubierna, que es un afluente del Arlanzón y cuyo centro administrativo es Sotopalacios, famosa por su morcilla y por su espléndido y bien conservado castillo. En las proximidades de Quintanilla hay una fábrica de explosivos así que de vez en cuando atruena un poco el aire.

El Ubierna a su paso por Quintanilla



El paseo discurre por un bosque mediterráneo donde abundan los quejigos, la lavanda, la aulaga, el espliego. El trazado es solitario y tranquilo. Discurre en su mayor parte por un camino carretil ancho y cómodo.
Dejo el coche a la vera del puente sobre el Ubierna. El primer tramo asciende suavemente y luego llanea. No sería extraño que por el bosque que circunda el camino apareciera algún corzo, pero hoy no he tenido esa suerte. Al llegar a la curva donde la ruta gira y comienza el regreso, decido continuar un rato hacia adelante, unos quince minutos, hasta el denominado mirador del Nido del Buitre. El paisaje se abre hacia la carretera de Santander en una agradable sucesión de vallecitos y lomas.
La iglesia de San Pedro Apostol en Quintanilla Sobresierra

Descanso un rato a la sombra de un quejigo y doy la vuelta. Empiezo a ver muchas mariposas, casi todas idénticas; también saltamontes. Escucho algunos pájaros. Paso junto a una superficie de aerogeneradores (no lo voy a llamar campo) y un trigal. El camino se estrecha un poco y la sombra se incrementa, lo cual se agradece porque el calor aprieta.



Luego viene un ligero descenso. Vuelvo a detenerme para beber y terminar el almuerzo. Sentado al borde del camino, contemplo la actividad de las mariposas, que se juntan y se separan incansables. Finalmente alcanzo la carretera que me deja de nuevo en el pueblo. Una vez en él me cerco hasta la iglesia, situada en un alto, de buena sillería y consagrada a San Pablo apóstol.

Parece que su estilo es una extraña mezcla de románico y barroco. La portada está presidida por una talla del apóstol Pedro. En Quintanilla hay buenas casas de piedra y un par de ermitas. Una ruta de senderismo las conecta y visita.
Antes de irme bebo de una fuente de agua muy fresca y veo algunas mujeres que charlan. La ida y la vuelta en coche son rápidas y cómodas gracias al tramo de autovía que llega hasta Ubierna desde Burgos.