SEÑORA CON PERRO. En la zona de dunas próxima a la playa está
prohibido el acceso fuera de los caminos para proteger la vegetación. Sin
embargo, es el lugar favorito para que los perros hagan sus necesidades. Los
traen en el coche hasta el parking próximo, los sueltan y, los más
concienciados, les tiran palitos para que corran, hagan ejercicio y machaquen
adecuadamente el lugar.
Esta
mañana, durante nuestro paseo cotidiano, mi perrillo ha sido asaltado por un gigante que correteaba por allí.
--Tranquilo,
me suelta la dueña ante mi protesta, no hace nada.
--¿Tranquilo?
más tranquilo estaría si llevaras a tu perro atado como es tu obligación.
--Si
tuvieras un poco de conciencia no lo llevarías atado, -me suelta la
desvergonzada.
Se
saltan todas las normas de convivencia y de respeto y encima te dan clases de
moral.
S. PANIKER. Termino Cuaderno de
otoño, que es un buen resumen de la filosofía de mi admirado Salvador
Paniker. En general, como toda la obra de este hombre, es muy atractiva. Sólo
esa faceta de burgués catalán me resulta ajena. Los capítulos de su rica vida
social resultan decepcionantes, todo adquiere un aire pijo que desvirtúa un
poco el resto. Pero tampoco puede esperarse que este hombre fuera un anacoreta.
Por otra parte, la distancia y el humor siempre le salvan. Las páginas
dedicadas a la enfermedad y muerte de su hija son muy emotivas. Hacía tiempo
que no me sentía tan conmovido por una lectura.
También me resulta extraña esa curiosa necesidad de verbalización de sus relaciones amorosas. Tiene unas conversaciones con sus amantes que me aturden. Dudo de que sean reales, y no fruto de una recreación literaria. Pero, si son reales, aún me resultan más extrañas.
Feb 15