viernes, 8 de febrero de 2019

Los dramáticos últimos años de Sandor Márai




Excelentes, aunque muy dramáticos, estos Diarios del escritor húngaro Sandor Márai. Se trata del último volumen correspondiente a sus últimos años, antes de su suicidio en 1989 a los 88 años de edad.

Hacia la mitad de su vida Márai tuvo que exiliarse de su país natal tras la invasión nazi. Inició una peregrinación por varios continentes antes de asentarse en los Estados unidos, primero en Nueva York y más tarde en San Diego, California.

Siempre utilizó la lengua húngara en sus obras y apenas publicó durante su estancia en Norteamérica. Pese a ser un escritor muy reconocido en Hungría no alcanzó la popularidad mundial hasta después de su fallecimiento y de la caída del comunismo.

Estos Diarios son un pequeño tratado sobre la vida vista desde la vejez.

La larga y penosa agonía de su esposa, con la que había convivido durante sesenta y dos años marca el tono de estas páginas. También su propia decadencia y el aislamiento en que pasó los últimos meses.

Apenas escribe en este periodo de tiempo. Lee a sus autores de cabecera -Gibbon, Shakespeare, Homero, Cervantes- y, sobre todo, a los poetas húngaros por los que siente una gran predilección.

Al final varias editoriales le ofrecen publicar sus libros en su país natal. El se niega, “en tanto el ejército invasor siga en Hungría. Y cuando se hayan marchado, habrá que celebrar elecciones libres, democráticas, con observadores extranjeros.”

Se suicida unos meses antes de la caída del muro de Berlín.

Reproduzco a continuación algunos fragmentos:

Miles y decenas de miles de libros, todos de reciente publicación, cientos y cientos de cada género. Un hartazgo asfixiante. Escribir sólo frases yuxtapuestas. Incluso palabras sueltas. Leer diccionarios. La literatura ha muerto: ¡viva la industria del libro!

Todas las noches algunas Meditaciones de Marco Aurelio. Siempre calma, siempre delicia. Ayer unas líneas suyas decían que el hombre realmente fuerte es capaz de soportar no sólo los golpes, sino las ofensas.

Existe un amor profundo, verdadero, ardiente aunque carente de sexualidad, mientras que hay relaciones salvajes, apasionadas, sensuales que no tienen ni pizca de amor.

Una persona enamorada no escribe poemas, y si lo hace desde luego no serán buenos. El poeta más bien está enamorado del poema que escribe sobre el amor.

La libertad es un asunto privado. No existe la libertad institucional. El ser humano sólo puede alcanzar la libertad a solas y gracias a su propia tenacidad. Y además por poco tiempo.

Llega el tiempo en que uno ya no espera respuestas, no discute con el destino, lo abraza. Hay que aceptar el destino. No existe otro modo de soportar la crueldad de la vida.

Es mucho menos peligroso un malvado que un imbécil.

Hace meses que no veo a nadie. Mi única relación social es la asistenta que viene a limpiar el piso dos veces por semana. Sólo me preocupa una idea: no perder la ocasión de matarme antes que que llegue el tiempo de la impotencia.

Todo está en Dios y Dios está en todo. Spinoza tenía razón. Sin embargo, Dios no puede ser el Dios de las religiones.

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