jueves, 4 de junio de 2020

El cielo protector: agradable arena del desierto


De la relectura de El cielo protector, que pasa por ser la obra maestra del norteamericano Paul Bowles, puedo decir en su favor que la he concluido, lo que es bastante en alguien que, como yo, abandona las novelas con facilidad. Dicho esto puedo añadir que este escritor cada vez me resulta más extraño. Hay pocas dudas de que Porter y Kit, la pareja protagonista, son una encarnación literaria del autor, Paul Bowles, y de su mujer, Jane Bowles, autora de la notable novela Dos damas muy serias.
El argumento de la novela es bastante liviano. Una joven pareja en aparente crisis viaja, en compañía de un amigo, por el norte de Africa con la intención de adentrarse en el Sahara. No tratan de hacer turismo, sino de desplazarse a la búsqueda de algún lugar que les guste para quedarse en él una temporada y luego continuar el camino. Ya han viajado por Centroamérica, por Asia y otros lugares. Se supone que eso hacen los viajeros como ellos.
El narrador se ocupa de describirnos con maestría el paisaje exterior y también el paisaje interior de cada protagonista, haciendo que ambos paisajes se compenetren y se influyan. Unas veces el foco se pone en él y otras en ella. Ambos se saben extraños el uno para el otro y a su vez se sienten extraños entre los norteafricanos. En realidad son dos expatriados que huyen de los Estados Unidos como de la peste. La crítica de la sociedad norteamericana (que es una seña de identidad del movimiento beat, en el que puede inscribirse el propio Bowles aunque no sea más que por un factor cronológico) aquí ni siquiera es explícita. Se da por supuesta en el periplo realizado por los viajeros. América es el último lugar al que, al menos Porter, quisiera volver.
Las motivaciones psicológicas de cada uno de ellos quedan explicadas en el siguiente fragmento: “el terror estaba siempre dentro de ella, dispuesto a asumir el mando. Era inútil pretender lo contrario. Y así como ella era incapaz de sacudirse el miedo de encima, él era incapaz de romper la jaula que había construido mucho tiempo atrás para salvarse del amor.” En otro momento se describe a Port como un joven “morbosamente preocupado por su propia persona.”
Con estos mimbres tan ambiguos está construida esta novela tan ambigua a su vez. Y esta ambigüedad le presta encanto a la obra y contribuye a consolidar el mito de los Bowles, pues se trata de una pareja de escritores que viven bajo la aureola de su propia leyenda, de tal forma que el lector no puede evitar pensar en ambos leyendo la novela.
A partir de la segunda mitad el argumento entra en una deriva que poco tiene que ver con la estricta biografía de la pareja, pero que, debido en parte a su truculencia, deja en el lector la impresión de que el autor lleva a cabo un ajuste de cuentas no exento de crueldad.
Cuando una obra se mitifica, como ha ocurrido con ésta, resulta muy complicado evaluarla. La impresión que yo he sacado es que El cielo protector se lee bien pero, al concluir la lectura, se tiene la impresión de que ha sido agradable dejar correr la fina arena del desierto entre los dedos, pero al final tienes las manos vacías.
Ahora tengo curiosidad por releer Dos damas muy serias y ver si hay alguna relación entre ambas, pero mi ejemplar de esta obra de Jane Bowles hace tiempo que desapareció de mi biblioteca y me resulta imposible dar con otro ejemplar en estos momentos tan extraños que vivimos. Cuando lo consiga podré hacerme una idea. Sabemos que ella escribió su novela a los veinte años y que él, tras el éxito de ella, decidió seguir sus pasos, en detrimento de la composición musical, que era su vocación y profesión inicial.