lunes, 22 de junio de 2020

No hay estatua que cien años dure



Levantar estatuas es muy antiguo; derribarlas, también.
Derribar estatuas es una clara muestra de impotencia. Erigirlas, de prepotencia.
Desde que los escultores se pasaron a la abstracción, ha cambiado mucho la filosofía de la estatua.
Las estatuas son un asunto decorativo. Lo que verdaderamente importa son las licencias de construcción.
Levantar y derribar estatuas es una pelea por el espacio público, que es de todos pero que, en realidad, es del señor alcalde.
Derribar estatuas puede ser un acto de depuración estética. No parece el caso actual.
El gamberrismo ha saltado de la esquinita de Sucesos a las Portadas.
Hubo un tiempo, ya lejano, en que a los gamberros se les hacía pasar una noche, o dos, en el calabozo.