sábado, 19 de diciembre de 2020

Ordenar la biblioteca. Dogmatismos. Fronterizos.


Ordenar la biblioteca.--
Tener bien ordenada mi modesta biblioteca se me antoja misión imposible. Supongo que no lo intento con la debida energía y decisión. Tampoco estoy muy seguro de anhelar ese orden estricto.

   En vista de ello me conformo con un orden intuitivo, basado en una clasificación que combina lo temático con lo geográfico, con un pequeño barullo en cada uno de los apartados.

   De vez en cuando me pongo a ello, más que nada para devolver a las estanterías las pilas de libros que se me han ido acumulando por el uso más o menos continuado.

   Deposito cada uno de ellos en el lugar aproximado que les corresponde, tratando de abrirme paso en los congestionados estantes. En esta operación, sin embargo, suelo perderme.

   Hago pequeños descubrimientos o repesco obras que tenía olvidadas o advierto que tal o cual libro lo compré y apenas le di posteriormente una ojeada por lo que, sin darme cuenta, me veo enfrascado en la lectura de alguna de sus páginas o, al menos, supervisando los índices.

   El caso es que, mediante este sistema, dejándome llevar por la curiosidad, se me pasa el tiempo.

   También suele ocurrirme que combino la actividad de devolver los volúmenes a la librería con la de sacar otros ejemplares para darles un vistazo. Suelo conseguir quedarme como estaba, es decir, con demasiados libros diseminados en pequeñas pilas.

   Y entre unas cosas y otras me doy cuenta de que jamás tendré mi biblioteca debidamente ordenada. Pero percibo también que estos ratos me resultan reconfortantes y me producen la sensación de que, en cualquier caso, siempre podré refugiarme en mis libros.

 

Dogmatismos.-- “Galdós es superior a Flaubert --dice uno en una red social--. porque Galdós está vivo.”

   Proliferan este tipo de sentencias categóricas. Hay un dogmatismo increíble. ¿De dónde sale toda este sectarismo? ¿Por qué hay tantos que hablan ex cathedra?

   En arte, en literatura, todo va en gustos. Esto no son matemáticas, ni geometría, ni teología. Dejen los dogmas para los santos varones de las religiones y la política. El arte, la literatura, son otra cosa.

 

Papa Noel, mendigo.-- El otro día vi un Papa Noel mendigando en la puerta de un supermercado. No me atreví a hacerle una foto por no molestar.

   Si Papa Noel viene a regalar cosas a los niños, cómo puede este hombre vestirse así para mendigar. Esta inversión de valores me pareció muy premonitoria. Ojalá me equivoque.


Fronterizos.--
Estas semanas, los hendayeses, y franceses en general, no saben si pueden o no pueden entrar en Irún para hacer sus compras, sin riesgo de ser multados (se habla de 600 euros). Se da la paradoja --por llamarlo de alguna manera-- de que la frontera está abierta, pero, al menos teóricamente, no puede utilizarse porque el País Vasco español está confinado. Es una de las muchas situaciones extrañas que vivimos los fronterizos.

   Nosotros, por ejemplo, estamos sometidos a dos o tres normativas diferentes relacionadas con el covid: la del gobierno francés (que es única para toda Francia), la del gobierno vasco y, antes de la gran renuncia, al gobierno español. Unos nos dejan salir todo el día, otros una hora; unos nos recluyen en casa a las 8 de la tarde, otros a las 9; unos nos dejan movernos hasta el pueblo de al lado, otros no; unos te piden papelito, otros no te lo piden... y así sucesivamente.

Podría decir que estamos acostumbrados, y en parte es cierto, pero hay cosas a uno nunca termina de adaptarse por mucho que lo intente.


Navidad y virus.-- Mareo de disposiciones relativas a las fiestas navideñas: una normativa por autonomía y cambiando cada dos por tres. De esta forma llevamos tres meses mareando la perdiz sobre las Navidades. Pero marear la perdiz es uno de los deportes nacionales.

   Uno puede comprender que se pretenda limitar el número de comensales en los ágapes, pero lo que ya se le escapa es que, además, los gobiernos pretendan imponer quienes participen: si familiares, allegados, amigos, amantes o alquilados.

   Otro asunto curioso es que la campaña de vacunaciones, según informa la prensa, vaya a comenzar un domingo. ¿Un domingo? Qué raro.


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