jueves, 17 de diciembre de 2020

Cold War



No pude ver en su momento Cold War, 2018, del director polaco Pawel Pawlikowski, y ahora, por sorpresa, la encuentro en la televisión.


Como tenía tantas expectativas, ha ocurrido lo previsible: me ha decepcionado ligeramente, pese a tratarse de una excelente película. Ocurre que la anterior obra de Pawlikowski, Ida (2013), me gustó tanto que era muy difícil mantener un nivel tan elevado.


Una vez más hay que descubrirse con la calidad plástica de la cinta. No hay un sólo plano que desmerezca. Es un placer contemplar una película tan bien cuidada en todos los aspectos visuales. La cosa llega a tal extremo que cabe preguntarse si el esteticismo no es excesivo en relación al tema de la obra.


La diferencia con la oscarizada Ida está en los personajes, tan sólidos en aquella y algo desdibujados en esta. La atractiva Zula, con ese carácter tan fuerte y determinado, no se sabe bien qué busca, ni cuales son sus motivaciones. Resulta algo desconcertante.


En realidad, todo gira en torno a ella. Es una víctima del comunismo, lo mismo que él, pero con el agravante de haber sufrido abusos por parte de su padre. Sólo partiendo de esa base puede entenderse su actitud.


La querencia de Zula por su tierra natal no está bien explicada, pese a tratarse de un factor determinante en su vida. Otro tanto ocurre con su rechazo al ambiente bohemio y liberal del París de los años cincuenta. Ello le confiere un aire caprichoso que no se corresponde con la idea que tenemos de ella.


El es un personaje mucho más equilibrado. También es una víctima del comunismo, pero al menos consigue escapar y logra adaptarse a la vida artística parisina. Hasta que aparece ella y lo pone todo patas arriba con las consecuencias funestas que se describen.


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