miércoles, 3 de febrero de 2021

Un recuerdo del extinto CDAN oscense


Hace unos días he leído la triste noticia del cierre y la desaparición del Centro de Arte y Naturaleza (CDAN) de Huesca. Ahora acabo de leer un valiente artículo de la crítica Elena Vozmediano titulado Pedir cuentas al patrono. En el mismo se repasa la trayectoria del centro, desde su fundación en 2006.

Visité el CDAN en el año 2009,, en su primera y mejor época, atraído por una exposición de Bernard Plossu, uno de mis fotógrafos predilectos, un auténtico maestro para mí. Plossu había recibido el encargo de viajar y fotografiar la provincia de Huesca. Fruto de aquellos viajes fue la muestra titulada País de Paisajes, compuesta por unas trescientas fotografías, de pequeño formato en su mayor parte. Todas ellas, si no recuerdo mal, en blanco y negro. Guardo como oro en paño un hermoso catálogo de aquella exposición.

Era la primera vez que veía obras originales del fotógrafo francés y puedo decir que las disfruté mucho. La tarde de mi visita no creo que coincidiéramos más de dos o tres adultos en aquellas salas. Recuerdo, sin embargo, que había bastantes niños, acompañados por una joven profesora. Estaban esparcidos por el suelo en una de las salas y hacían dibujos con lápices de colores.

Pasé la mayor parte de la tarde en el centro porque, además de las imágenes, pude consultar en la biblioteca un buen montón de catálogos y de libros publicados por Plossu.

Yo soy bastante escéptico respecto a los numerosos centro de arte contemporáneo que se fundaron en España --con derroche de nuevo rico--, entre finales del siglo XX y comienzo del XXI. Conozco algunos de ellos y lamento decir que en pocas ocasiones he visto algo interesante, al margen de cosas muy puntuales. Alguno de estos centros los visito incluso con asiduidad y perseverancia y la mayor parte de las veces salgo completamente desilusionado, porque veo muy poco talento y mucha pretenciosidad, oportunismo y una clamorosa desorientación de los jóvenes artistas que se limitan a copiar y versionar lo que han visto por ahí. Casi siempre he visto las exposiciones en soledad. El desinterés del público es clamoroso y a mí no me extraña, tanto por la penuria cultural del país como por la baja calidad de lo que se exhibe.

Sin embargo, el CDAN me pareció interesante, porque tenía un objetivo claro, reflejado en su propio nombre: arte y naturaleza. Aunque había algunas piezas en el centro, la mayor parte de la colección propia estaba diseminada por varios lugares de la provincia oscense. Eran piezas de gran tamaño y pertenecientes a lo que se ha denominado Land Art.

El propio edificio que alberga el centro, ubicado en las afueras de la ciudad, es una interesante obra, como todas las de este arquitecto, de Rafael Moneo. El acceso al mismo se realizaba a través de un ancho camino de tierra, flanqueado por casitas y árboles que resultaba muy agradable de pasear. Recuerdo que hice muchas fotos y que disfruté caminando. Ahora parece que esta distancia respecto al centro y la ausencia de transporte público era un problema.

Al CDAN le debo el haber conocido la ciudad de Huesca, que tiene mucho encanto, y haber recorrido y contemplado sus maravillosos paisajes. Me prometí regresar para seguir disfrutando de ellos, pero, por el momento, no me ha sido posible cumplir mi promesa. Cuando siento nostalgia repaso el catálogo de Bernard Plossu.

Elena Valenciano relata que el centro ahora clausurado tuvo una primera etapa feliz. hasta el 2011, fecha en que se produce un relevo en el Gobierno de Aragón que pasa a manos del PP. La directora es cesada y el CDAN entra en una etapa de actividad ralentizada. Luego llega el PSOE, en las elecciones de 2015 y la situación empeora. Hasta el cierre actual.

Elena Vozmediano pone cara, nombres y cargos en su artículo a los responsables de este abandono, pero yo abandono su lectura por puro descorazonamiento.