Enrique Grau, La Niña Chole
“Cesó el toque de agonía, y juzgando propicio el instante, besé a la Niña Chole. Ella parecía consentir, cuando de pronto, en medio del silencio, la campana dobló a muerto. La Niña Chole dió un grito y se estrechó a mi pecho: Palpitante de miedo se refugiaba en mis brazos. Mis manos, distraídas y doctorales, comenzaron a desflorar sus senos. Ella, suspirando, entornó los ojos, y celebramos nuestras bodas con siete copiosos sacrificios que ofrecimos a los dioses como el triunfo de la vida.”
Valle-Inclán, Sonata de estío