“Marzo-Abril de 1934. La tensión política se agudiza. Elie Faure se inclina hacia la izquierda, Aunque Céline no está de acuerdo, escribe a Faure: “Usted es uno de mis raros maestros, sin duda el más íntimo, el más directo (...) Al mirar a su alrededor, Céline se ve rodeado solo de enemigos, en todas las direcciones. ¿Por qué? Todos hablan del hombre nuevo, de derecha y de izquierda. Céline, por su parte, escribe: “Proclamo alto y claro, emotivamente, toda nuestra podredumbre común de Hombre, de derecha o de izquierda. Sé que esto no me lo van a perdonar nunca.” No hay necesidad de teorías. Basta con esta percepción fundamental de lo que está dañado en el ser humano. Así se perfila ya la persecución: “Quizá me fusilen unos u otros. Los nazis me aborrecen igual que los socialistas, y los revolucionarios idem, sin contar a Henri de Regnier, Comoedia o Stavisky. Todos están de acuerdo cuando se trata de vomitar encima de mí. Todo está permitido excepto dudar del Hombre. Con esto no se puede bromear.”
Roberto Calasso, La actualidad innombrable
