viernes, 30 de septiembre de 2022

Tadeo Santôka, monje vagabundo y poeta

       

                                                     

                                                                      “El sake para el cuerpo, el haikú para el corazón.”

Taneda Santòka, 1882-1940, poeta japonés de haikús. Su madre se suicida cuando el tiene 11 años. Este hecho le marcará para el resto de su vida. Estudia literatura y comienza a escribir haikús. Sufre depresiones. Se refugia en el alcohol. Intento de suicidio. Es acogido en un monasterio budista zen. Luego lleva una vida de monje vagabundo. Escribe al borde de los caminos.

He traducido algunos de sus poemitas del francés. El resultado es más bien una versión en el mejor castellano posible, si puede hablarse así.

     Mendigando/ acepto/ el sol brillante.

     El cubo lleno/de agua de lluvia./ Bastante por hoy.

     Por la mañana/ mojado por el rocío/ voy por donde quiero.

     Camino solo/ mirando la luna/ que se hunde/ detrás de las montañas.

     En silencio/ pongo mis sandalias/ entre paja seca.

     Extiendo mis piernas/ todavía queda/ un poco de día.

     Entre el viento primaveral/un pequeño bol/ de mendicante.

     Todo a la vez/ recoger los kakis/ comer los kakis.

     Con sol/ ella bala./ Con lluvia/ ella bala./ ¡Esa cabra!

     Bonito camino/ que conduce/ a un bello edificio:/ ¡un crematorio!

     Entonces/ ¿qué camino escoger?/ El viento sopla.

     Oh, esa pulga/ que he atrapado/ está tan caliente…

     Al anochecer/ la sombra del labrador/ cada vez más profunda.

     Todo el día/ en la montaña./ Las hormigas/ también caminan.

     Ni una palabra/ en todo el día./ El rumor de las olas.

     Llueve/ estoy empapado/ camino./ Es así.

     Camino solo/ mendigando./ El ruido del agua/ alrededor.

     Amaina el chaparrón./ Voy al campo de tomates/ para comer.
  
     Una piedra como almohada/ acompaño/ a las nubes.

     Hoy, todavía/ ningún correo/ las libélulas revolotean.

     En pleno bochorno/ llore o ría/ siempre estoy solo.

     Mi corazón se ha calmado/ el ruido del agua.

     Golpeo a las moscas/ a los mosquitos/ a mí mismo.

     Todo el día desnudo/ mariposas y libélulas.

     El corazón libre/ las olas furiosas/ van y vienen.

     Ligeramente borracho/ las hojas de los árboles/ se dispersan.

     En la calma/ después de la borrasca/ las moscas.

     También un agujero/ en mi sombrero de bambú. 

Santòka dejó también algunos textos como los que siguen:

     “No hay nada más fácil de decir, ni más difícil, que soltar, que dejar ir. No se trata de un blando abandono de sí, ni de una obediencia ciega. En este dejar ir reside la paz del espíritu.”

      “Mi espíritu aspira a ser como el agua que corre, como las nubes del cielo.”

     “Un contacto prolongado con la gente engendra ataduras, conflictos, rencores. Para desembarazarme de ellos necesito caminar.”

     “La sabiduría es ver lo nuevo en lo ordinario, acomodarse en el mundo tal cual es. Hay tesoros ocultos en el instante presente.”

Los tres votos de Santôka: no exigir lo imposible; no lamentar el pasado; no culpabilizarse.

Las tres alegrías de Santôka: el estudio; la contemplación; los haikús.