El que toca la corneta ha sufrido un notable rapto de soberbia, agravado además porque a su equipo le han dado un buen montón de premios, premios que nadie ha ido a recoger. ¡Qué poco estético!
El asunto todavía es más grave porque el premio mayor se lo han dado con todo merecimiento a Rodri, un jugador español (aunque juegue en la Premier). Abochornan los medios españoles que han criticado esta decisión y se han puesto a disposición del que toca la corneta. Ellos sabrán por qué.
Vinicius, qué duda cabe, es un jugador extraordinario, sin duda merecedor de este premio (ha quedado segundo), pero sus modales en el campo (por muchas agresiones que reciba, que las recibe) dejan mucho que desear. Y ya hay bastante violencia y zafiedad en el fútbol como para premiar a jugadores que no saben comportarse y a los que, en este sentido, les falta un hervor.
Malo es que el club madridista, en lugar de intentar corregir estas actitudes, se dedique a justificarlas y apoyarlas incondicionalmente. Peor aún es que las imite.