martes, 12 de noviembre de 2024

Aforismos de Enrique Jardiel Poncela

 


Los aforismos de Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) son terriblemente ingeniosos y originales. Denotan un gran ingenio. Pero también desbordan cinismo. Transcribo algunos de ellos, recogidos de su libro Máximos mínimas.

En amor lo de menos son los insultos; lo grave es cuando empiezan los bostezos.

Toda la sabiduría del amor se encierra en una palabra: desvergüenza.

En amor la grosería es la mayor delicadeza.

El mayor atractivo de las cosas y de las personas es no conocerlas.

Para encontrar el gusto a la vida no hay nada como morirse.

Morir da siempre pereza.

Todos los hombre que no tienen nada importante que decir hablan a gritos.

Hay mujeres tan lindas que no se explica uno cómo no se desmayan al mirarse en el espejo.

Hay dos sistemas de conseguir la felicidad: uno, hacerse el idiota; otro, serlo.

Ser feliz es no cambiar.

La sinceridad la inventó uno que quería amargarle la vida al prójimo.

Toda actividad es un desarreglo nervioso.

Cuanto más se preocupa un país por la política, peor gobernado está.

La política es la cafeína de los seres débiles.

La ingenuidad es siempre perversa.

Todo arte es un placer solitario.

Un poeta nunca es verdaderamente sincero.

En el fondo de todo humorismo hay desprecio.

La mentira es la única verdad.

El amor es un sentimiento; la lujuria una ley.

El que no posee quiere que nadie posea.

Tener fe es como masticar sin dientes.

La embriaguez es el altavoz del carácter.

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