“El taoismo será siempre atractivo porque Lao Tse es un pícaro redomado. Es delicioso pero tal vez no todo lo noble que deseáramos. Esa semilla de dolor, ese dolorido sentir, que gracias al Cristo conocemos y que jamás se agota, está ausente en Lao Tse. Para patético, Jesús. No hay otro. Esto no quiere decir que se haya de convertir su doctrina en pura lágrima, pues el Evangelio nos da a conocer un Jesús de una ironía cortante. Según la tradición apócrifa, jamás rio. Sin embargo, los Evangelios desmienten tan hierática pretensión. Sus contestaciones –a fariseos y saduceos– demuestran si era o no capaz de atacar sardónicamente.”
–Cristobal Serra, Diario de signos
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