miércoles, 17 de enero de 2007

Demolición



Hendaya. Rue de chênes. Me detengo a hacer unas fotos de la casa. ¿Quién sabe cuánto durará? Me gustan estas casas antiguas, gastadas por los años, con jardines deslucidos donde viven viejos árboles.

Esta, como tantas otras en la villa, debe ser de los años veinte. Es una casa típica del estilo regional, con su tejado a varias aguas y sus contraventanas de madera. Tiene vistas sobre el estuario del Bidasoa y sobre la mole granítica de las Peñas de Aya.



Entonces veo el fatídico cartel. La preceptiva licencia no deja lugar a dudas: demolición. Tanto de la casa como de los anexos.

Una más, me digo. ¿Cuántas casas como ésta he visto desaparecer en los años que llevo aquí? ¿Cuántos árboles, cuántos bosquetes?

Harán apartamentos, o un par de casitas. No serán feas; tampoco tan hermosas como ésta. Es un lugar tranquilo. Los futuros inquilinos –si es que les gusta la tranquilidad- vivirán bien aquí.

Termino las fotos y continúo mi paseo, un poco más triste que al inicio, un punto melancólico.