lunes, 3 de septiembre de 2007

Miller y el síndrome de Down

El carácter de una persona lo determinan los problemas que no puede eludir y el remordimiento que le provocan los que ha eludido (A.M.).

La cuestión no es la moralidad de A. Miller al excluir de su vida a un hijo con síndrome de Down. Ni siquiera que lo hiciera a los cuatro días de nacer éste, con la oposición de la madre y esposa (la fotógrafa Inge Morath). Ni siquiera el hecho (literario) de no citarlo en Vueltas al tiempo, su libro de memorias.
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La cuestión es otra. La cuestión es la predicación: política, artística, cultural perpetrada durante su carrera por Miller.
Cabe preguntarse: ¿puede un autor, un intelectual, dejar al margen de su obra un tema como éste?
He leído el término eugenesia. Tanto dá.
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La noticia no parece haber interesado en exceso a la opinión pública.
Curioso el tratamiento si lo comparamos con el previo affaire G. Grass, un escritor con un perfil parecido al de Miller: izquierdista, contestatario, rebelde, millonario.
La Opinión parece establecer diferencias morales entre haber sido nazi en la primera juventud (el alemán) y abandonar a un hijo deficiente mental en un centro especializado (el norteamericano).
El País le dedica la contraportada y dos titulares maquilladores:
“El gran secreto de Miller”
“El dramaturgo estadounidense ocultó que tenía un hijo con síndrome de Down”.
El primero no dice nada, es una pompa de jabón.
El segundo es una verdad a medias: no sólo ocultó; antes lo excluyó de su vida, lo repudió, lo negó.
Afortunadamente, el texto se salva.
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Miller era bueno haciendo frases.
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5 comentarios:

  1. Es cierto, sí. Con el Gunther Grass las cosas se dispararon. ¡Hay que verrr...! Cuánto estruendo de tambores contra el suyo de hojalata.Y pensar que la política está plagada de individuos que estuvieron ahí y luego allá, y mañana estarán donde haga falta... Miller ha tenido esa suerte. Se le seguirá leyendo y admirando y nadie recordará que, en realidad, fue un cantamañanas que escribía muy bien y hacía, naturalmente, unas frases preciosas. Umbral hubiera llamado a su arte mecanografía.

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  2. Somos humanos, no perfectos. Yo intentaría juzgarle sólo como escritor pero no como “persona”, además no sé si tenemos derecho.

    Está claro que sólo alguien con una terrible carencia afectiva puede llegar a hacer algo semejante como “repudiar” a un hijo enfermo.

    Es mejor que nos quedemos con que el hijo fue “reconocido” en su testamento y cobró como los demás.

    Tengo un hermano con una minusvalía psíquica y os confieso que “no es admitido” por toda la familia. Yo sólo os puedo decir que recibo de él ¡tanta ternura!, que no entiendo como los demás no se la encuentran ... pero ... ¡¡todos no somos iguales!! ... yo tengo “otras limitaciones” ... ya os digo: somos humanos, no perfectos.

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  3. No puedo juzgar a Miller como escritor, porque no lo he leído. Pero su imagen pública, su contínuo posicionamiento político y social no me concuerdan con su actitud respecto a su hijo con síndrome de Down.
    Otro tanto me ocurre con Grass, a quien tampoco he leído. Pero Grass se ha pasado la vida ofreciendo una imagen de luchador por la socialdemocracia, la libertad, etc. que no se corresponde con su nazismo juvenil.
    En efecto, hay que juzgarlos como escritores. Pero entonces porqué se han pasado la vida "predicando".

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  4. Sí, efectivamente, somos humanos. Con frecuencia demasiado humanos (Nietzsche). Es éste seguramente el caso de Miller, a quien no juzgo como individuo y sí como escritor dedicado, desde sus obras y sus frases, a concienciar y responsabilizar al individuo. Predicó el conocimiento de uno mismo como forma de realización personal. Criticó la corrupción de la sociedad, muy acerbamente por cierto a pesar del estilo casi poético, en 'La muerte de un viajante'. Fue político, no lo olvidemos, y desde sus posiciones cercanas al marxismo se volcó en la defensa de los derechos sociales. Nadie va a negarle su valor en aquellos años durísimos de la inquisición marcartiana. Nadie le negará el mérito de oponerse a la intervención de los USA en Viet-Nam, en Corea. Pero todo ese derroche de humanismo no vale de nada cuando niega sus derechos más elementales a un solo individuo. Individuo desvalido. Individuo que, además, él mismo ha traído al mundo. Le niega dignidad, protección, el amor de su familia. Lo aparta por deficiente. Lo ignora hasta el último minuto de su vida.

    Salvaremos los textos de Miller, naturalmente, pero se quedarán en eso: en textos.

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  5. Creo que no me he explicado bien.

    Lo que quiero decir es ¡hasta qué punto lo que “predican” es cuestionable!.

    Supongamos que un médico nos da unas pautas para “adelgazar” y él es super gordo. ¿Qué él lo sea significa que “sus pautas” a seguir no son buenas?.

    Puede que a estas personas les ocurriera lo mismo: que fueran “buenos predicadores” pero no “buenos enseñantes”.

    No sé si me hago entender.

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