domingo, 13 de enero de 2008
El humor oscuro de Carmen Calvo
Me ha asombrado su sentido del humor. Un humor oscuro y sugerente más que negro. Un humor con muchos matices: irónico, sarcástico, lírico a veces, surrealista casi siempre. Se agradece. No abunda en el arte contemporáneo, siempre propenso a tomarse demasiado en serio.
Esos materiales antiguos –fotografías sobre todo-, como de desván o baúl de la abuela que utiliza y manipula Carmen Calvo (Valencia, 1950), tienen algo entrañable que te atrapa. Son fragmentos de vida pretérita pero lo suficientemente cercana como para que el espectador se sienta aludido.
Ahora los vemos lejanos pero, en el fondo, sabemos que son lo que hemos sido. Ayer como quien dice. Son también, ay, buena parte de lo que somos. Y no queremos ver.
Lo que hace con ellos la artista encierra una crítica social inexorable y, a la vez, en ocasiones, piadosa. Toca los temas importantes, básicos, los temas que configuran una sociedad: la religión, el matrimonio, la mujer, el hombre, los niños, la educación.
La proliferación de rostros tachados, emborronados, la serie de figuras que han perdido su individualidad, nos facilita la apreciación de los contextos –los trajes, los peinados, los decorados, los grupos sociales- y hace que estos hablen alto, claro y elocuente.
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Exposición de Carmen Calvo en la galería Altxerri de San Sebastián.
Más obras en su página web.
Aquí un encuentro digital en El Mundo.
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