miércoles, 16 de enero de 2008

La vara de medir. José de Arteche

Leo estos días, con gran interés, los diarios de José de Arteche (Azpeitia, 1906, San Sebastián, 1971) titulados Un vasco en la postguerra. Conocía su dietario de la guerra civil, El abrazo de los muertos y llevaba tiempo detrás de estas anotaciones posteriores.

Tengo gran admiración por este articulista, diarista y biografo vasco. La lectura de este libro, como la de otras obras suyas, me ha impresionado tanto como, simultáneamente, la he disfrutado. Me gusta la prosa sencilla y directa de este hombre, su lirismo sobrio y la profundidad de sus convicciones.

Un vasco en la postguerra es una obra impregnada de tristeza. No podía esperarse otra cosa en una época tan lúgubre y en un hombre apasionado por la verdad y por la justicia como era Arteche.

Me ha llamado la atención por lo inusual, la entrada del libro que empieza así: “El poeta León Felipe se me ha caído al suelo.” Recoge en ella la lectura de una entrevista de prensa en la que el poeta exiliado manifiesta su gusto por el tuteo y por llamar a la gente por su nombre en lugar de su apellido. Pero al final, al referirse a Unamuno dice (“dogmáticamente”, según Arteche): “Ningún vasco tiene gracia.” Concluye Arteche: “No vale la pena comentarlo”.

Casi dos años más tarde, a fines de 1969, Arteche cuenta que ha comido con el obispo de la diócesis (monseñor Jacinto Argaya) y que éste le ha dicho en la sobremesa:

“-Yo conozco todas las diócesis de España. Las conozco muy bien. Mete usted la mano en el saco de una de esas diócesis y no encuentra más que serrín. Pero mete usted la mano en el saco de una diócesis vasca y, ¡Santo Dios! ¡Cuántas cosas hay allí! ¡Cuántas cosas!”

Arteche se abstiene de hacer comentarios, pero tampoco especifica que la opinión del señor obispo sea “dogmática”, ni que monseñor Argaya se le haya caído al suelo.

No ha utilizado don Joshé, en este caso, la misma vara de medir. Es extraño en un hombre que se esfuerza –y yo creo que lo consigue casi siempre- por ser ecuánime. ¡Qué dificil es reconocer los propios prejuicios!

(Manejo el primero de los dos volúmenes, en tapa dura, con una selección de la obra del escritor guipuzcoano, a cargo de la Sociedad Bascongada de Amigos del País. La muy loable iniciativa de recuperar la obra de Arteche se empaña por la increible cantidad de erratas que albergan estas 650 páginas.)