Este joven pintor norteamericano, con una obra de reminiscencias clásicas y renacentistas. Qué sugerentes los pequeños detalles. A ratos me recuerda a Otto Dix. Tiene predilección por los retratos femeninos. Toda una idealización romántica y estilizada. Lo encuentro en Recogedor. En su página web hay una amplia galería.
*
Conocía media docena de idiomas, tal vez más. Estudió islandés y sajón para poder leer en estas lenguas, pero pasó los últimos treinta años de su vida sin poder leer, ni escribir. “¡Yo no sé –dice Borges en esta entrevista- cómo no aprendí el sistema braille! Eso habría cambiado toda mi vida. Pero ahora es demasiado tarde, ni siquiera tengo la sensibilidad suficiente en los dedos. ¡Si, hubiera cambiado toda mi vida...!”
¿Por qué no lo hizo? Desde luego no debió ser porque careciera de facilidad para el aprendizaje. Tal vez por sometimiento al propio destino, lo que no sería extraño en él. Tal vez, paradójicamente, por su amor hacia la letra impresa. La lectura no es sólo interpretación de signos. También es placer visual sobre la composición, la tipografía, la maquetación. Tal vez le dio pereza, o le pareció demasiado pobre sustituir lo visual por lo táctil. Y se quedó en un estadio intermedio, lo auditivo de la lectura en voz alta. Tal vez alguien le leía tan a su gusto que ya no quiso cambiar.
*
El País parece estos días L´Observatore Romano. Cada vez que abro su edición digital encuentro un amplio despliegue del viaje de Benedicto XVI a los Estados Unidos, fotos incluídas y en lugar bien destacado. Hoy se ocupan sobre los abusos sexuales perpetrados por algunos sacerdotes de aquel país. Desde luego, para tratarse de la voz del laicismo en España es un poco raro. Es curioso que el romano pontífice suscite tanto interés entre gente tan poco entusiasta del catolicismo.
*
Variaciones sobre el mismo tema: Incesto de limón
Gainsbourg y su hija Charlotte, por un lado. Y Vive la fête, en versión un poco larga, por otro.
*
Conocía media docena de idiomas, tal vez más. Estudió islandés y sajón para poder leer en estas lenguas, pero pasó los últimos treinta años de su vida sin poder leer, ni escribir. “¡Yo no sé –dice Borges en esta entrevista- cómo no aprendí el sistema braille! Eso habría cambiado toda mi vida. Pero ahora es demasiado tarde, ni siquiera tengo la sensibilidad suficiente en los dedos. ¡Si, hubiera cambiado toda mi vida...!”
¿Por qué no lo hizo? Desde luego no debió ser porque careciera de facilidad para el aprendizaje. Tal vez por sometimiento al propio destino, lo que no sería extraño en él. Tal vez, paradójicamente, por su amor hacia la letra impresa. La lectura no es sólo interpretación de signos. También es placer visual sobre la composición, la tipografía, la maquetación. Tal vez le dio pereza, o le pareció demasiado pobre sustituir lo visual por lo táctil. Y se quedó en un estadio intermedio, lo auditivo de la lectura en voz alta. Tal vez alguien le leía tan a su gusto que ya no quiso cambiar.
*
El País parece estos días L´Observatore Romano. Cada vez que abro su edición digital encuentro un amplio despliegue del viaje de Benedicto XVI a los Estados Unidos, fotos incluídas y en lugar bien destacado. Hoy se ocupan sobre los abusos sexuales perpetrados por algunos sacerdotes de aquel país. Desde luego, para tratarse de la voz del laicismo en España es un poco raro. Es curioso que el romano pontífice suscite tanto interés entre gente tan poco entusiasta del catolicismo.
*
Variaciones sobre el mismo tema: Incesto de limón
Gainsbourg y su hija Charlotte, por un lado. Y Vive la fête, en versión un poco larga, por otro.