viernes, 16 de mayo de 2008

Sigüenza, una joya bajo la lluvia (y 2)



Ha estado lloviendo toda la noche. A las 9 de la mañana las calles de Sigüenza están desiertas. La lluvia continúa empapando la piedra de esta villa. El turista ha entrado en la catedral –lo contará en la próxima nota- y luego se ha metido a desayunar, y a rumiar su desilusión por no haber podido ver la estatua del Doncel, en una cafetería de la plaza del obispo Don Bernardo. A continuación se ha puesto a caminar, en ocasiones siguiendo los pasos que trazó la víspera.

Consigue entrar en la iglesia de San Vicente, románica del XII, sobre cuyo altar hay un cristo románico-bizantino muy estilizado.



Antes ha dejado a mano derecha la Casa del Doncel, de la familia de los Vázquez de Arce, que hoy, bien rehabilitada, tiene un uso académico. Igual que varios edificios que conforman la plazuela de la Cárcel. El turista se encuentra en el corazón de la Sigüenza medieval, donde no faltan las puertas de acceso a la ciudad en los huecos de la muralla.



Admirando la exuberante floración de dos castaños de Indias –que parecen criarse a sus anchas en esta región- el turista descubre que se encuentra junto al palacio episcopal, construído durante la primera mitad del XVII. Como la puerta está abierta accede hasta un hermoso claustro acristalado de dos plantas. Aquí está la sede del obispado, el archivo diocesano y hasta una emisora de radio. En contraste con la calle, donde la lluvia ha enfriado la atmósfera, aquí se está calentito.



En su paseo, en uno de los torreones de la muralla, descubre un centro cultural denominado fray José de Sigüenza y entonces cae en que el fraile jerónimo considerado como uno de los mejores prosistas de la lengua castellana era oriundo de esta villa. Enseguida se le reaviva la curiosidad sobre este personaje, que ya le llamó la atención durante una visita que hizo al monasterio de El Escorial. En esta página ha podido empezar a satisfacer su curiosidad.



Antes de abandonar la ciudad el turista acude a despedirse de Inés, la encantadora dependienta de la librería Rayuela, que le ha orientado sobre los mejores lugares de la ciudad y le ha hablado de un autor, Carlos Baltés, que el turista lee estos días con interés creciente. Baltés ha estudiado la figura del Doncel y la de otros poetas y soldados como Garcilaso, Jorge Manrique o José Cadalso entre otros.