martes, 8 de julio de 2008
Jules Renard el terrible y algunos de sus aforismos
Leo una nueva antología de su Diario. Esta edición se centra en cuestiones literarias y filosóficas.
Le leo con prevención. No me fío de que, en el siguiente párrafo, vaya a encontrar una frase que me estremezca o sobresalte.
A la mayoría de los escritores se les ve venir. Renard es imprevisible.
Para Renard había un solo Dios: Victor Hugo. El resto quedaba a mucha distancia.
Tiene una amargura, disfrazada de humor, que resulta demoledora.
Su capacidad para detectar y reflejar la crueldad, para ponerla en evidencia, con guante de terciopelo, lo convierte en un escritor peligroso. Puede desestabilizar al espíritu más sereno con una frase de cuatro palabras.
No recuerdo un libro tan terrible como Pelo de zanahoria. No pude acabarlo. El sufrimiento del protagonista en su ámbito familiar me resultaba insoportable.
Renard se célebre por sus frases contundentes. He aquí algunas relativas al arte literario:
-La posterioridad pertenece a los escritores secos, a los estreñidos.
-Renunciar absolutamente a las frases largas, que más que leerse, se adivinan.
-La forma no puede ir por un lado y el fondo por otro. Un mal estilo es un pensamiento imperfecto.
-Habría que escribir como se respira. El símbolo del buen estilo es un aliento armonioso, con sus lentitudes y sus ritmos precipitados, pero siempre natural.
-Al lector sólo le debemos la claridad. El tiene que aceptar la originalidad, la ironía, la violencia, aunque le desagraden. No tiene derecho a juzgarlos. Se puede decir que no son asunto suyo.
Su agudeza como crítico se refleja en este artículo.