sábado, 7 de febrero de 2009

Con viento del sur







Los temporales de las últimas semanas me han llevado a fotografiar el mar una y otra vez. Estas imágenes de hoy reflejan la presencia del viento del sur, un viento de tierra que encrespa las olas cuando están a punto de romper, produciendo como una gasa efímera de agua, como una cortina volandera; se dibuja un segundo sobre el horizonte y desaparece. También el cielo es casi azul, lo que se copia en el agua.

He terminado con dolor de ojos de tanto mirar por el visor y el resultado... es mejorable. Pero, qué otra cosa puedo hacer. Saco la cámara de paseo y no puedo evitar el usarla, pese a que el perrillo, impaciente, tira de la correa, y termino bastante alterado, por no decir histérico. Llega un momento en que casi me repele dedicar una mirada más al océano. Sin embargo, mañana o pasado volveré a asomarme y ya todo será distinto y vuelta a empezar.

8 comentarios:

  1. Y yo, aquí, esperaré agradecida para asomarme a tus imágenes.

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  2. Vuelvo a todo correr para comunicarte mis descubrimientos 'ilusorios' en estas fotografías:

    2ª - ¿No ves la sombra de un pesquero?

    3ª y 5ª - ¿A que parecen chorros de ballenas cerca del horizonte?

    6ª - Las peñas parecen en un nivel superior, como si un muro de agua las arrastrara a la playa...

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  3. Gracias Mertxe. Sólo he visto el efecto chorro de ballena. Un surfero diría que está batiendo hacia Sokoa.

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  4. Anónimo7/2/09 20:37

    Avec le vend du sud les vagues sont magnifiques.Bravo pour les photos.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Me ha gustado esta entrada de hoy. No sabría decir bien porqué.

    El de mirar el paisaje supongo que es como cualquier otro apetito: por mucho que lo saciemos, más tarde o más temprano volvemos a tenerlo.

    Yo me recuerdo muchas veces extasiado ante la vista del Perdón desde Barañáin, cuando todavía era una meseta cultivada de cebada en cuyos rastrojos pastaban los últimos rebaños. Aquel cielo cuya luz me parecía preludio de la del Mediterráneo, siempre cambiante, muchas veces encapotado, pero casi siempre despejado en el poniente, sobre Tierra Estella, por donde entraba el último sol que volvía amarillos los edificios de Iturrama, destacándolos sobre las nubes oscuras que nos cubrían desde el norte. Un cielo en el que muchas veces reinaba una primitiva luna llena, que se movía lentamente sobre las suaves colinas en las que ondulaba el cereal. ¡Qué frío he pasado caminando sus senderos de barro gris, entre un pueblecito y el siguiente, cada uno con su iglesia...!

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  7. Gracias, Soleil. Tenemos un paisaje maravilloso. Casi no podemos hacer otra cosa que intentar reflejarlo con nuestras cámaras. Salutations cordiales.

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  8. Glo,
    Yo también he vivido en Barañain. Tal vez por eso me ha emocionado tu comentario, tan bello y evocador.
    Un abrazo.

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