
(…) en la vida, como en los cuentos de hadas, hay quien, de pura pobreza y miedo, no puede permitirse los sentimientos, y por eso, Walser en uno de sus fragmentos en prosa más tristes, tiene que poner a prueba su capacidad de amar, aparentemente atrofiada, en sustancias y cosas a las que nadie presta atención: la ceniza, una aguja, un lápiz o una cerilla. Sin embargo, la forma en que Walser les insufla un alma mediante un acto de completa adaptación y empatía revela que, en definitiva, los sentimientos son más profundos cuando se demuestran en nimiedades.”
W.G. Sebald, El paseante solitario. En recuerdo de Robert Walser. Ed. Siruela. Traducción de Miguel Sáenz.
Robert Walser, el gran ironista
Hace unos días, en la casa de Francisco Aranguren leí 'Hay que quererlo todo', artículo que, en síntesis, viene a decir lo mismo que Sebald. Esta tarde me ha prometido tranquilidad, así que me ocuparé de seguirle la pista a Walser. Nunca he leído nada de él, supongo que es el momento ahora que he terminado con Santi Andia.
ResponderEliminar(Siguiente planta...)
Mi conexión a Internet me está martirizando. Aprovecho una tregua para este comentario. Creo que el "Jacob" es su mejor novela, pero los relatos cortos son deliciosos. La biografía de este hombre tampoco tiene desperdicio. Hay que tenerla en cuenta porque los microrelatos no estaba previsto que fueran publicados. Bueno, ya me contarás.
ResponderEliminarAl final, la tarde me ha maltratado, así que será mañana cuando me lance a las procelosas aguas de Internet. Te tendré al corriente.
ResponderEliminarBuenas noches, Juan Luis.