La compañera del cantante David Bisbal ha tenido una hija a la que han llamado Ella. Casi no me lo puedo creer. Ella es el nombre de la protagonista de Verdes valles, colinas rojas, de Ramiro Pinilla, que acabo de leer. En la novela Ella –una joven que llega al País Vasco a finales del siglo XIX huyendo de la miseria y de la esclavitud- es la encarnación del Mal. Es fría, calculadora, ambiciosa, despectiva, cruel, amoral, vengativa. Las gentes de Getxo la llaman Ella porque nunca supieron su verdadero nombre ni sus apellidos.
Ahora un famoso -que me malicio no ha leído a Pinilla- le pone Ella a su hija. Ni en el santoral, ni en la tradición, ni en la imaginación, la pareja ha encontrado un nombre adecuado para su “princesa”. Los padres están orgullosos, claro, y, como es natural, ahora aparecerán Ellas por todas partes.
Cuando cierro el periódico donde he leído la noticia, hojeo el Dietario voluble, de Vila-Matas –antes de empezar a leerlo- y tropiezo con otra Ella. En esta ocasión se trata de la protagonista de Voces en el laberinto, primera novela de la francesa Céline Curial.
Esta Ella, por lo que escribe Vila-Matas, es la antítesis de la Ella de Pinilla. Ella se ha enamorado de un hombre al que apenas conoce y muestra una gran compasión por la gente que surge en su vida.
El día de mañana esta Ella tal vez busque a un El y lo encuentre.
Que fiche López a Bisbal como consejero de Cultura. Por sensible. Todo por el marketing, por supuesto.
ResponderEliminarAnonimo Garcia.