lunes, 8 de marzo de 2010
Antonio Machado en Segovia
Después de visitar tres grandilocuentes palacios segovianos –el de La Granja, el de Riofrío y el Alcázar-, tan fríos como lujosos (aunque muy ilustrativos sobre la historia de la monarquía española), una mañana lluviosa me pongo a buscar la casa en la que vivió el poeta Antonio Machado durante su estancia de trece años en Segovia.
Es una modesta pensión situada en la calle de los Desamparados. Espero un rato para hacer la visita guiada. Soy el único visitante. La guía me conduce por una modesta vivienda de techos bajos: la cocina, el pasillo, el comedor y la habitación que ocupó el poeta entre 1919 y 1932.
La pieza, a tono con el resto de la casa, es modesta en su mobiliario y de tamaño reducido. El único objeto que denota cierto “lujo” es una estufa de petróleo. La guía me cuenta que, en ocasiones, el artilugio se ponía a echar humo y el poeta se veía obligado a abrir la ventana para no asfixiarse.
Uno puede imaginarse la vida que llevaba Antonio Machado en la pensión de doña Luisa Torrego. En este cuarto -para cuyo acceso era necesario atravesar la habitación de otro de los huéspedes- el poeta escribió buena parte de su obra poética y dramática.
En Segovia conoció a Guiomar –de quien pueden verse algunos retratos y varios libros. Nos cuenta Ian Gibson en su imprescindible biografía Ligero de equipaje que la relación con Pilar de Valderrama fue muy desdichada. Se veían a escondidas en un apartado café madrileño habida cuenta de que ella estaba casada. Su matrimonio, a juzgar por las continuas infidelidades del marido, no debió ser un camino de rosas, pero ella, al parecer, no transigía demasiado con los requerimientos amorosos de don Antonio quien, pese a ello, se mostró siempre como un hombre enamorado.
En realidad sabemos poco sobre esta relación pues las cartas que él le enviaba fueron no sólo censuradas por ella sino también, en su mayor parte, destruidas a raíz del exilio en Portugal de la musa al comienzo de la guerra civil. Para mayor desdicha él tomó parte activa en el lado republicano y ella, por el contrario, lo hizo en el franquista.
La casa-museo, adquirida y acondicionada por la Academia de San Quirce, resulta tan interesante como entrañable. La visita encoge un poco el ánimo pero nos sitúa muy bien en las “circunstancias” vitales y artísticas de este hombre admirable que se vio atrapado en una España infernal.
Asociación de Casas-Museo y Fundaciones de escritores
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