Después de haberle admirado en aquel tiempo por su faceta de cantaautor y de haber seguido con entusiasmo la serie televisiva Un país en la mochila, tenía relegado al polifacético José Antonio Labordeta. La razón era política. Sus planteamientos políticos me parecían, y me siguen pareciendo, excesivamente livianos cuando no un rato demagógicos, así que ya había optado por no hacer demasiado caso de sus declaraciones mediáticas en este campo. Sin embargo, el pasado domingo, leí este artículo sobre el cáncer de próstata que padece y confieso que me dejó impresionado. No recuerdo haberme topado antes con semejante estoicismo ni, sobre todo, con una visión tan autohumorística de una enfermedad que, a cualquier otro, le dejaría hundido.
Labordeta en Wikipedia
Un blog que recoge, con demasiadas erratas, algunos de sus poemas.
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Hola Juan Luis, por aquí de nuevo. Llevo unos meses de trabajo intenso que me han impedido poder dedicarle tiempo a aficiones como esta, tan agradecidas por el lado humano pero que, sin embargo, para hacerlas con gusto y con ganas te requiere cierto sosiego que ahora desgraciadamente no tengo. Pero es cosa buscada por mí, estar así, o sea que tampoco me quejo.
ResponderEliminarEcho un vistazo a tus dos últimas entradas:
Lo de Machado: ví su casa yo también, desde fuera, cuando estuve en Segovia la última vez (he estado dos veces creo) y la verdad es que no entré a posta. Lo vi desde fuera y lo que ahora enseñas de dentro me confirma en aquella mi primera impresión. A Antonio Machado, como a gran parte de nuestros literatos (los que escriben en español, entendámonos) no los frecuento con la intensidad que requeriría el caso, por varias razones (sólo me referiré a las propiamente intelectuales, digamos): me producen tristeza, tristeza honda. Machado en particular. Por su vida misma, que tan bien reflejas en este pasaje de su vida en Segovia, y por su final también, y por todo lo que vivió. Las ciudades en las que vivió: Soria incluida, por ejemplo. Es que todo es tan deprimente... ¿Y las poesías? Creo que un autor debe también ofrecer ánimo a quien lo lea, inculcarle cierto entusiasmo por las cosas, alegría de vivir, no sé. Hasta Kant, con lo tremendo que puede ser ponerse delante de sus Críticas, resulta que te inculca entusiasmo, eso es lo que hay que pedirle a un autor, de entrada, pienso. Bueno, lo dejo aquí.
En cuanto a lo de Labordeta, me sumo a tu consideración inicial respecto a cierta antipatía por posiciones políticas del autor, que yo consideraría hasta frívolas. Lo de la enfermedad ya cambia todo, porque nos acerca a su lado íntimo, y pienso que en esa vertiente nos parecemos todos mucho más. Yo estoy impactado últimamente con ciertos casos de enfermedades en mi entorno más próximo. Bueno, es una prima mía con la que tuve mucha relación en nuestra infancia y adolescencia, luego ya nos distanciamos, como suele ocurrir, cuando pasas a otra edad y las relaciones entre los padres respectivos pues también se enfrían. Pero cuando me han contado hace poco la enfermedad que padece, me ha dejado un poco tocado. Nos acecha a todos la parca, que diría Machado justamente. Y eso me da cierto escalofrío. Bueno, que lo dejo ahora también.
Un abrazo, Juan Luis, hablamos.
PEDRO
Hola Pedro. ¿Y qué quieres que transmita un Machado, un Cernuda, un Juan Ramón Jiménez y tantos otros? ¿Qué España vivieron estos hombres y cómo fueron tratados por ella? Ni siquiera estoy seguro de que el entusiasmo sea una virtud literaria aunque, tal vez, sólo es una cuestión de gustos, lo más probable.
ResponderEliminarLuego hay escritores como Cioran o Bernhard, que son demoledores con la vida y la sociedad humana y, sin embargo, no me resultan en absoluto deprimentes, sino más bien lo contrario.
No estoy seguro de casi nada. Para variar.