viernes, 12 de marzo de 2010
Miguel Delibes
Miguel Delibes ha sido para mí una lectura de juventud que encontré en la biblioteca familiar. Aunque a mí no me gusta la caza y me produce irritación -por el ventajismo que se toman los cazadores-, siempre he apreciado sus libros dedicados a la actividad cinegética. La pasión por el campo que tenía este hombre era honrada, exquisita y contagiosa. También he disfrutado mucho con sus dietarios, como el que le dedicó a los Estados Unidos. En él relata su obsesión por las caminatas que le hacían parecer un bicho raro cuando la practicaba en algunas ciudades norteamericanas diseñadas para el tráfico rodado. Sus libros de viaje también me han parecido interesantes. La caza debió agudizar en él su enorme capacidad de observación. Ya casi es un tópico hablar de su maestría en el manejo de la lengua española, pero su escritura, en mi opinión, estaba impregnada de la sobriedad del paisaje castellano, lo que ha sido una rareza en el panorama de las letras hispanas, siempre dadas a la retórica, la grandilocuencia y el desparrame. Delibes ha sido un escritor muy reconocido en vida. Recibió un montón de premios y de distinciones. Supongo que también está o ha estado muy presente en los estudios de lengua española de nuestro sistema educativo, como lo estuvieron Cela o Baroja. En las últimas décadas fue considerado como un clásico contemporáneo lo que aquí no es garantía alguna de nada, sino más bien lo contrario. Como lector me alegra saber que todavía podré disfrutar con su relectura y que algunas de sus obras, como El hereje, aguardan su oportunidad para caer en mis manos. Sin embargo, su “mundo”, un mundo rural, queda ya un poco lejos o, mejor, ha sido escrupulosamente destruido. Esperemos que no le ocurra lo mismo a su arte por efecto de un chaparrón de elogios y de incienso.
Delibes en Wikipedia
La casa en Sedano
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(Justo ayer conseguí que la Telefónica me devolviera mi conexión a Internet. Otrosí: falta que me devuelva los 458 € que me ha birlado como consecuencia de esta falta de cobertura. Menuda sangría, vaya desorganización, qué manera de aplastar al abonado.)
ResponderEliminarDelibes también fue una lectura de mi juventud. Y a lo largo del tiempo ha sido también algo recurrente por necesario, una forma de inmersión en la realidad aunque ésta fuera quedando un tanto lejos. Descanse en paz y, si Algo lo recibe, que le perdone esa faceta primitiva de la caza.
Mis saludos, Juan Luis.
Hola Mertxe. Enhorabuena por la conexión. Te volveré a felicitar, por partida doble, cuando te devuelvan el dinero...
ResponderEliminarPrecisamente, Delibes era un cazador de los buenos. Quiero decir, un hombre respetuoso con la naturaleza y un auténtico ecologista. En esto de la caza, por otra parte, me ocurre como con los toros: hay cierto tipo de críticas que sólo me resultan admisibles en vegetarianos. El debate de fondo es el trato que damos a los animales, sean toros o pollos industrializados. Lo que me importa es el tipo de vida que padecen. Y no me parece que la de los toros sea la peor, ni mucho menos. Esto lo ha denunciado muy bien el escritor Coeztee. Es un debate de mayor calado, pero aquí preferimos quedarnos en la superficie.