domingo, 26 de diciembre de 2010

El palacio de Mondragón en Ronda




El casco antiguo de Ronda es recogido, sinuoso, tranquilo -pese a la proliferación de turistas- y muy agradable de pasear. Al menos al principio de noviembre.

Discurre entre callejas, plazuelas y casas nobles. El edificio más interesante, con la salvedad del Palacio del Rey Moro, que no tuve tiempo de visitar, es el palacio de Mondragón, ocupado tras su restauración por el Museo Arqueológico.

Aunque se trata de un edificio de estilo mudejar-renacentista, es decir, cristiano, la leyenda sitúa su origen en la taifa de Ronda, para pasar posteriormente a constituir la residencia del gobernador nazarí, dentro del Reino de Granada.

De la época musulmana sólo se conserva el trazado de su planta, los cimientos y unos pasadizos subterráneos que comunicaban el jardín con el antiguo alcázar.

En 1485 Ronda fue conquistada por los Reyes Católicos quienes fijaron su residencia en este palacio durante su estancia en la ciudad, tras lo cual pasó a manos del capitán Melchor de Mondragón, cuyo escudo aparece en la portada y que dará nombre al edificio.

Posteriormente la propiedad pasó a manos de Francisco Valenzuela, Marqués de Villasierra.

Una vez satisfecha la preceptiva visita a la taquilla se accede al primero de los tres patios en que se articula.

El patio de entrada, conocido también como patio del pozo, es del siglo XVIII. Dispone de una galería en dos de sus testeros, con arcos de medio punto. Puede verse aquí, una bonita colección de imágenes.

El segundo patio es mudéjar y data del siglo XVI, aunque presenta una mezcla de estilos gótico, renacentista y mudéjar. Desde este patio, un arco de herradura (con puerta mudéjar) da salida a un pequeño jardín con fuentes.
El tercer patio es de estilo tardo gótico.

La belleza de estos patios, galerías, peldaños, rincones, huecos es tan cautivadora que uno se olvida del museo para dejarse llevar entre arcos, columnas, frisos y azulejados.

La construcción culmina en un pequeño jardín con varias fuentes y estanques desde el que puede contemplarse el acantilado sobre el valle.
El museo arqueológico refleja la agitada historia de esta bella ciudad andaluza que fue romana desde su fundación por el general Escipión y a lo largo de siete siglos, para pasar a continuación a manos de suevos, bizantinos y visigodos.

Hasta la llegada a principios del siglo VIII de los musulmanes que permanecieron en ella durante 750 años.