sábado, 23 de abril de 2011

Josep Pla y el Ateneo


En el dietario Madrid. El advenimiento de la República, Josep Pla le dedica un interesante capítulo al Ateneo de esta ciudad, el correspondiente al 7 de mayo de 1931. Del Ateneo salieron los políticos, sobre todo los liberales, que llenaron la segunda parte de la Restauración. Fue durante la Dictadura de Primo de Rivera cuando el Ateneo se convirtió “en un centro de agitación cultural y política.” La cosa cambió cuando la institución fue gobernada por Azaña, a quien los ateneístas llamaban “el coronel”.

Considera el periodista catalán que “el nuevo régimen (republicano) está gobernado por ateneístas y por las ideas imperantes en este establecimiento. Ha sido lo que los franceses llaman un pépiniere.” Es tanta la preponderancia que ha logrado el Ateneo y los ateneístas en los inicios de la República que Pla no duda en señalar que la política del nuevo régimen no es más que “ateneísmo agudo y casi enfermizo.”

“Puede afirmarse –añade- que el Ateneo lo tiene todo resuelto: lo único que hace falta es hacerlo. Es mucho más fácil hablar de las cosas que hacerlas. Todas las soluciones del Ateneo son apriorísticas. El país quizá vaya de otra manera. Evidentemente, no puede negarse que los esfuerzos realizados por la docta corporación estos últimos años para lograr la cuadratura del círculo ha sido ingente. Por ahora, el hombre de las ideas del Gobierno provisional es don Manuel Azaña, intelectual voluminoso, personaje considerable del Ateneo.”

“Y así estamos”, concluye Pla.

Curiosamente, en la web del Ateneo no sale este Pla por ningún lado. La simpatía debía ser mutua.

3 comentarios:

  1. Después de Azaña ya no hubo ni habrá jamás intelectuales intentando gobernarnos, menos mal. Fue el último intelectual-político, después de toda la estirpe republicana del último tercio del XIX. Si a Cánovas no le hubieran asesinado en 1897 en el balneario de Santa Agueda en Mondragón, a lo mejor el régimen restauracionista que él construyó pudiera haber evolucionado hacia la democracia. Pero con su asesinato por los anarquistas, junto con el de otros dirigentes políticos posteriores, descabezaron el régimen y sólo quedó Alfonso XIII para sostenerlo, rey nefasto donde los haya, gran culpable de todo lo que vino después.

    En fin, que la historia siempre pudo haber sido de otra manera.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Y por lo que respecta al Ateneo, estuve hace años sacando mucha documentación. La biblioteca es impresionante y tenía entonces todavía ese halo siglo XIX, con sus ujieres de bata añil y caras mortecinas. Me impresionó mucho.

    También estaba la sala de conferencias con una leyenda que hacía alusión a la civilización cristiana, si no recuerdo mal.

    Y la cafetería te daba la sensación de que en cualquier momento podía entrar el propio Azaña, con sus gafas de concha.

    Los retratos de personajes del XIX eran también dignos de tener en cuenta. Supongo que se conservarán.

    Me gustaría ver cómo está ahora.
    Creo que lo han reformado bastante pero no sé hasta qué punto.

    Y sobre todo para los que nos gusta la cultura del XIX, no hay nada igual, que yo sepa.

    ResponderEliminar
  3. No sé qué decirte sobre eso de los intelectuales, Pedro. Ahora mismo no hay nada parecido a un intelectual en el Gobierno y no parece que la cosa ande demasiado fina.

    Sobre el asunto de los reyes españoles nefastos parece que es un tema controvertido. Dicen que Fernando VII no le andaba a la zaga al último Alfonso. Yo, como suele decirse, ni quito ni pongo rey.

    Respecto a la excelencia de la biblioteca del Ateneo no hay duda alguna. Hasta el mismo Pla lo reconoce.

    ResponderEliminar