jueves, 20 de octubre de 2011

Mi Nokia


A mí me gustaría tener todos los juguetes electrónicos y, además, manejarlos adecuadamente, siempre y cuando fuera por ciencia infusa. Pero como no es el caso, me conformo con un perfil bajo en mi condición de ciudadano conectado. Esto viene a cuento de que he cambiado de móvil y, en consecuencia, he cambiado también de cámara fotográfica.

Por el momento a un móvil sólo le pido dos cosas: un teléfono audible y una cámara de pocos megapíxeles. Esta de ahora tiene 3. La vieja tenía 1. Es un avance notable y espero que en el buen camino. Así que estos días hago pruebas y lo vuelvo a fotografiar todo: la playa, los cielos, los árboles, el mar y alguna que otra casa. Resulta algo monótono pero uno ha aprendido ya a sincronizar sus limitaciones con sus manías.

Mi nueva cámara, mi Nokia a partir de ahora, produce unos tonos luminosos que, por su novedad, no me disgustan. Se muestra muy sensible al color y amante de los grandes espacios pues tiene un gran angular potente y no merece la pena utilizar el teleobjetivo. Su principal atractivo radica en lo pequeña y manejable. Tiene algo como de espía. Creo que vamos a entendernos.


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